Una vez más, en Sociedad Uruguaya, compartimos la reflexión que proviene de Rodrigo Nuñez, y anhelamos que sea de vuestro agrado.

“La primera educación que todo individuo tiene al venir al mundo son las que nos dan los padres.

Es el sentimiento fundamental y básico para que nuestra vida sea organizada, desde el momento que formamos parte de una familia y, cuando llevamos esa formación hacia a fuera.

En el hogar se crean hábitos y actitudes que al llevarla a la práctica se transforman en valores y principios nuestros, del cual, nadie nos puede quitar.

Esos valores que incorporamos con el tiempo, son acciones positivas que individualmente poseemos y, a la vez, somos capaces de enseñarlas.

Sin embargo, para que esos valores positivos sean enseñados, también, la familia debe prepararse al sembrar las virtudes y desechar los vicios.

Las virtudes, son las que determinan la buena voluntad de un padre o madre para con sus hijos…si ese don careciera el desamor de muchos traería consigo el egoísmo; con el fin de mutilar el lado espiritual de los individuos.

Al inhibir la espiritualidad le damos paso a lo material. Siendo esta la que más importa, la que nos hace mejor, cuando en realidad es la que empobrece el alma, la que nos cancela mirar nuestro propio arte y el apreciar el lado bueno de las cosas.

Por lo tanto, tenemos que tener en cuenta que la familia es el motor y el actor social para  la educación de sus hijos.

En el cual, esa educación tiene que emanar de lo espiritual, porque de ese don es como cultivamos el amor, la paz, la solidaridad…en la mente de miles de niños, adolescentes y jóvenes.

Si creemos que la educación de la familia parte sólo de lo material de seguro nos estamos engañando; porque cuando decimos: «Mis hijos tienen buena educación, porque no les hago faltar nada…”Ese enunciado tan común a la larga van cegando el potencial de los integrantes de una familia.

El Uruguay es un país que tiene recursos humanos con grandes potenciales, de personas que apuestan y confían en el progreso de ellos mismos y de sus hijos…un potencial que no llega solamente a los centros urbanos; sino a los pueblitos más desconocidos y medios rurales que jamás  nos hayamos imaginado.  En el cual, no dicen que quieren seguir aprendiendo, a través de la información y la comunicación.

Sin embargo, esa educación no emana de los niños, también, de los más grandes, porque tienen una gran necesidad de aprender de algo que antes se le fue privado por circunstancias de la vida misma.

Nuestra sociedad sigue demandando más educación, más ilustración; por tanto, para que esa causa noble sea un hecho. Todos los uruguayos debemos contribuir y garantizar de que nadie sea privado de la libre: información, comunicación, capacitación y formación; en relación a todo lo que hacemos”.

AUTOR: RODRIGO NÚÑEZ.

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