Compartimos la reflexión de Wladimir Turiansky en Voces Semanario del Viernes 25 de marzo, que hace referencia al 40 aniversario del Frente Amplio con una columna titulada “El gobierno es el hoy, la fuerza política el mañana”.

Si se tomara la pregunta al pie de la letra está claro que el día después no fue día de reflexión. Creo que todos quienes estuvimos el 26 en 18 de Julio seguíamos conmovidos y entusiasmados por la dimensión del acto, mirando las fotos del diario y comentando no sólo lo enorme que fue, el entusiasmo que se vivió, sino el interés y la atención con que toda esa multitud siguió los discursos, que fueron unos cuantos, y la proclama final de Seregni, hasta ese momento un ilustre desconocido para la inmensa mayoría de quienes estábamos en la Explanada (para colmo un general, con la desconfianza que nos generaba por entonces esa condición).

Es que por primera vez, comunistas, socialistas, demócrata cristianos, blancos y colorados de izquierda, nos encontrábamos juntos, escuchando lo que cada uno de nuestros dirigentes tenía que decir, asumiendo compromisos comunes y reconociéndonos como compañeros.

Ahora, pensando en el día después como el tiempo después, creo que la reflexión apuntaba en la dirección del qué hacer para que eso que nacía rodeado de tanta esperanza no se frustrara. Que teníamos que aprender a comprendernos, a encontrar un lenguaje común y a construir un pensamiento común. Y que el acontecer político nos ofrecía la oportunidad de consolidar eso nuevo que nacía y que bautizamos Frente Amplio, pues ya teníamos tarea: la elección nacional y lo que representaba como desafío para la vida democrática de la Nación, cuestionada en los años del pachecato y de las medidas de seguridad como forma de gobierno, y al mismo tiempo como prueba del arraigo que el Frente Amplio sería capaz de alcanzar en el breve lapso que iría desde su fundación hasta la elección.

Cuarenta  años después el Frente se ha transformado en la principal fuerza política del país, es gobierno desde 2005 y buena parte de su programa comienza a materializarse, cambiando poco a poco y para bien, la fisonomía del país y la vida de sus habitantes. Desde ese ángulo uno no puede por menos que sentir alegría al constatar que tanto esfuerzo y tanto sacrificio que tanta gente desplegó en los duros años transcurridos no fue en vano y que valió la pena.

Sin embargo, en mi modesta opinión, la evaluación ya deja de ser positiva si pensamos en aquella fuerza política nacida hace 40 años. Habiendo nacido no, o no sólo, para ganar elecciones, sino para transformar radicalmente el país, habiendo nacido para modificar sustancialmente el modo de hacer política de los partidos tradicionales, incorporando una construcción ideológica moderna apoyada en los fundamentos universales de libertad, igualdad y solidaridad propios de la izquierda, hoy nuestro FA se ha subsumido en el gobierno, ha olvidado aquello de “el gobierno es el hoy, la fuerza política el mañana” y viene cayendo en el puro pragmatismo, con el riesgo de transformarse en una mera coalición electoral, unida para ganar elecciones, sin ideología común, sin programa de largo plazo común y pareciéndose cada vez más a los viejos partidos tradicionales. Se impone, me parece, como lo ha propuesto un importante sector de las bases, ir hacia un nuevo compromiso político que, como aquél fundacional, sea capaz de renovar el entusiasmo.

Fuente: Voces Semanario.