El miércoles 1º de junio a las 11 hs en la Sala El Ceibo de la Torre de los Profesionales (Yaguarón, 1407, 4 piso), el  Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) presentó el estudio “Transiciones a la adultez y educación”. El documento, elaborado por la socióloga Verónica Filardo, es parte de la colección Cuadernos del UNFPA.

Participarán en la presentación Eduardo Brenta, Ministro de Trabajo y Seguridad Social, Matías Rodríguez, Director del Instituto Nacional de la Juventud, y Susan McDade, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas.

Además de la autora de la investigación, comentarán los principales resultados del estudio el sociólogo e investigador Andrés Peri, la socióloga Fernanda Ferrari y la periodista y profesora Carolina Porley.

El documento trata de identificar algunas condiciones que marcan diferencias en las trayectorias vitales de las personas jóvenes en Uruguay. Se analizan cuatro eventos centrales que suponen transiciones a la adultez: salida del sistema educativo, ingreso al mercado laboral, constitución de domicilio diferente al hogar y primer hijo. Se utilizan para ello datos de la Encuesta Nacional de Adolescentes y Jóvenes (ENAJ) de 2008. Tomando la edad a la que se producen estos cuatro eventos, se analiza cómo afectan tres variables (sexo, nivel educativo alcanzado por los jóvenes y el clima educativo del hogar de origen) en el itinerario que siguen las personas jóvenes de Uruguay en su calendario de transición a la adultez.

Se identifican algunos factores que producen transiciones con rasgos de vulnerabilidad, de modo que se puedan desarrollar medidas y políticas públicas para favorecer las condiciones de igualdad. “Asegurar la integración social de los jóvenes es un requisito fundamental para la sustentabilidad social. Se progresa si se logra que las generaciones más jóvenes actuales puedan integrarse mejor que las pasadas”, señala la autora.

Cuatro trayectorias: salida del hogar, primer hijo, primer empleo y salida del sistema educativo.

La investigación confirma y presenta nuevos hallazgos indicativos de la enorme brecha en los tiempos y secuencias de transición a la vida adulta entre hombres y mujeres de diferente estrato socioeconómico. Mientras para las mujeres provenientes de hogares con clima educativo bajo la salida del hogar de origen y el inicio de la maternidad son tempranos y simultáneos, para las jóvenes que proceden de hogares de clima educativo alto dicha salida es moderada en la edad y postergada en la faz reproductiva. Ello coloca a estos diferentes grupos de mujeres en condiciones radicalmente distintas para sostener proyectos laborales y educativos. Por ejemplo, a mayor número de años de estudios aprobados es mayor el tiempo de permanencia en el hogar. Con 25 años casi el 80% de los jóvenes que sólo estudian hasta primaria ya han abandonado su hogar. A esa misma edad sólo la mitad de los jóvenes que llegan a la universidad salieron de su hogar. Las mujeres, además, tienden a establecer hogar diferente al familiar antes que los hombres.

El evento en el que mayores diferencias se producen entre hombres y mujeres y entre niveles socioeconómicos en las mujeres es la edad al primer hijo. Por ejemplo a los 25 años, el 51% de las mujeres ya tuvieron al menos un hijo, frente al 30% de los hombres. La educación afecta claramente la edad de inicio de la vida reproductiva. A los 29 años cumplidos, poco más de una de cada tres mujeres que aprobaron Educación Terciaria ha tenido su primer hijo, proporción similar a la que obtienen las mujeres con hasta primaria aprobada a los 18 años.

De acuerdo a la autora, incrementar el número de jóvenes que completen el ciclo de Educación Media, objetivo previsto en la Ley de Educación, permite prever una postergación del inicio de la vida productiva y una posible disminución de las tasas de fecundidad. La investigación también señala que, para las mujeres, la edad de salida del sistema educativo es anterior a la del primer hijo (con diferencias superiores a  un año), refutando así la hipótesis de que el abandono educativo sea consecuencia de embarazos o requerimientos de cuidados.

Una dinámica diferente se observa en el acceso al mercado laboral. Incluso si las mujeres con menor nivel educativo acceden antes al mercado laboral, con los años se ven superadas en esta transición por las de mayor nivel educativo. Así a los 25 años, una de cada cuatro mujeres que aprueban hasta primaria no tuvieron aún un empleo de más de tres meses duración, lo cual se debe en su mayoría a obligaciones domésticas, particularmente cuidados familiares. Como es de esperar, las personas jóvenes que no finalizan Educación Media ingresan antes al mercado laboral, lo que sugiere la dificultad de avanzar de forma simultánea en ambas trayectorias (laboral y educativa). Esto es especialmente evidente en el caso de los hombres, en cuyo caso la salida del sistema educativo y el ingreso al mercado laboral tienen calendarios casi superpuestos. Esto podría indicar que a partir de los 18 años, el ingreso al mercado laboral puede tener efectos sobre la continuidad en los estudios. De ahí la necesidad de pensar medidas que apunten a sustituir o facilitar la compatibilidad entre educación y trabajo.

El papel de la educación

La investigación dedica un apartado específico a analizar las trayectorias educativas, al considerar que constituyen un factor de desigualdad que afecta al resto de transiciones. Tomando en cuenta lo establecido como obligatorio por la Ley de Educación, la autora describe varias trayectorias: quiénes finalizan la Educación Media en el tiempo previsto (19% de jóvenes), quiénes aprueban nivel medio pero en más tiempo del previsto (14%), quiénes no finalizan media (52%), quiénes a pesar de finalizar primaria no inician el nivel medio (8%) y quiénes aún continúan estudiando media a pesar de tener más de 20 años (6%).

El clima educativo del que provienen los jóvenes determina sus trayectorias educativas, lo que supone una importante reproducción intergeneracional del capital educativo. Además, el mero hecho de haber cursado en instituciones privadas algún año de primaria incrementa las posibilidades de mejores trayectorias educativas. La educación además afecta sobre los ingresos, aunque se observan brechas de género tanto en ingresos obtenidos como en el valor hora promedio del ingreso. Incluso las mujeres que terminan  la Educación Media en el tiempo esperado, ganan en promedio menos que sus congéneres varones que aprobaron el nivel con rezago.

Filardo alerta sobre el peligro del uso de la categoría jóvenes “ni estudian ni trabajan”, que generalmente se presenta como problema señalando situaciones de marginalidad y exclusión. Sin embargo, “en su gran mayoría son mujeres que no entran al mercado laboral por trabajar exclusivamente en el hogar, sin percibir ingresos, y que han abandonado los estudios tempranamante”, afirma.

265.736 años repetidos

La investigación presta especial atención a cómo los resultados obtenidos en Educación Media están fuertemente determinados por los que se obtienen en primaria. Según los datos manejados en el estudio, de todos los jóvenes que finalizan Educación Media, sólo el 3,5% han repetido un año o más en primaria. “En contra de la creencia generalizada, la expulsión de jóvenes del sistema educativo no se produce en el liceo sino que ya inicia en la escuela”, señala la autora. “Por ello es imprescindible considerar que los resultados en un nivel marcarán los desempeños (éxito o fracaso) en el siguiente e identificar dónde el sistema educativo “pierde” a sus jóvenes”. Como ejemplificación del problema, la autora calcula que el tiempo de rezago producido en el nivel primario que acumulan los jóvenes de 12 a 29 años en Uruguay es de de 265.736 años, lo cual genera un rezago tanto individual como social. Además, los varones repiten más que las mujeres en la escuela y presentan mayores porcentajes de repetición repetida.

Datos de interés

–          Una de cada cuatro mujeres que no aprobaron Educación Media ya tuvieron su primer hijo a los 18 años.

–          Las mujeres aprueban la Educación Media en un porcentaje mayor que los hombres (24,3% frente al 16,5%) y lo hacen en menos tiempo (a los 18 años el 78% de las mujeres frente al 67% de los hombres entre quienes finalizan el nivel).

–          De los jóvenes que inician Educación Media (casi el 90%), sólo uno de cada tres acaban aprobando este nivel.

–          Sólo el 19% de jóvenes cumplen en tiempo y forma lo que establece como obligatorio la Ley de Educación.

–          El 73% de jóvenes que asisten solo a centros educativos privados terminan Educación Media frente al 30% de los que van solo a centros públicos.