Fundación Manantiales nos presenta este interesante artículo animando a quienes hoy presentan una adicción a las drogas. Su título: “La salida de la droga es posible”.

Romper con los lazos que atan a una persona al consumo de drogas es posible.

En los últimos tiempos los problemas por el abuso de drogas crecen de manera estrepitosa. Aquellas personas que tienen un familiar o un conocido que consume drogas se realiza la siguiente pregunta: ¿Se puede salir de las drogas? desde Fundación Manantiales les podemos decir que sí, la rehabilitación de un adicto es posible.

La adicción es una enfermedad compleja que afecta al cerebro, constituida por un conjunto de signos y síntomas característicos, es crónica con factores genéticos, psicosociales y ambientales que influencian su desarrollo y manifestaciones. El origen de la adicción es multifactorial involucrándose factores biológicos, genéticos, psicológicos, y sociales. Su tratamiento no es lineal ni tiene un pronóstico previsible, depende del tipo de droga, el tiempo de consumo, la personalidad del adicto y su entorno.

El primer paso para una correcta rehabilitación es que la persona acepte su enfermedad. Luego se realizará un diagnostico, a través de una entrevista psicológica y una evaluación de la situación familiar y social. Finalmente dependiendo de cada caso de determinará que el paciente sea internado o mantenga un tratamiento ambulatorio.

Los tratamientos de rehabilitación para adicciones se atienden desde un enfoque multidisciplinario y especifico según la adicción de la que se trate, deben ser individualizados para las necesidades de cada paciente; deben ser prácticos y que realmente se ajusten al objetivo propuesto. En Fundación Manantiales los tratamientos de rehabilitación se forman de varias etapas: desintoxicación, internación en comunidad terapéutica o tratamiento ambulatorio y un perdió de reinserción social en el cual el paciente vuelve sano a la sociedad.

Si Baudelaire se drogaba, si lo hacían Dalí, Buñuel, Artaud, Poe, Huxley, ¿por qué no yo?

Todos los días llegan a la Fundación personas en busca de una solución a su enfermedad, ellos cuentas diferentes historias sobre la forma en que vivieron su peor momento de adicción.

Martín cuenta que para el “Al principio fue como un juego, era algo nuevo, original así lo sentía yo y me atraía. A partir de ahí comencé a frecuentar lugares de tipo alternativo, donde se hacía culto a una cultura subterránea que incluía músicos, pintores, poetas y ‘locos en general’. Pensaba por aquellos años morir a los 25 y las drogas me parecían una excelente forma de aprovechar el tiempo que me quedaba. En los mejores momentos de mi vida, que fueron presenciar los partos de mis hijos, en esos precisos momentos no estaba bajo efectos de nada. El ‘festejo’ venía la noche posterior. Hoy me siento un estúpido de querer ‘festejar’ el nacimiento de una vida con resabios de muerte. En lugar de querer prolongar mi vida a partir de ahí la acortaba…”

Por suerte, dentro de su adicción las personas pueden reconocer lo que les pasa y pedir ayuda, ese es el paso fundamental para curarse y así lo describe Martín «Hoy vislumbro otra cosa y a veces, no lo puedo creer. Fueron muchos años de drogas, estaba cansado tanto psíquica como físicamente. Ya nada me divertía ni alegraba. Hoy pude renovar mis ganas y tengo toda la energía para hacer algo para mí.»

Hay personas que llegan a situaciones extremas como robar en su propia casa, eso provoca un gran dolor en las familias pero también en el consumidor, según Fernando “El enrosque con la cocaína y la ansiedad de tomar más hizo que le robe hasta a mi vieja, eso fue un golpe y no me gustó. Empecé a vender cocaína y ahora me doy cuenta que ahí empezó a ir todo mal. A raíz de eso perdí todo, mi autoestima, la confianza de mi familia, mis hermanas y lo más trágico, el amor a mí mismo. ¿Cómo me siento ahora? Mal y bien, mal por todos los errores que cometí, por las angustias que hice pasar en mi casa, por lastimar a la gente que me quiere. Bien porque recapacité, me di cuenta que perdí todo y estoy acá para curarme.»

Algunas veces, en los más adolescentes el encuentro con las drogas se da por curiosidad Gastón dice “Siempre me atrajo porque era prohibido y porque tenía mucha curiosidad de cómo era eso, probé una vez y a partir de ahí empecé a consumir los fines de semana cocaína y a tener contactos para conseguir la droga. Sin darme cuenta me fui permitiendo consumir los jueves, los viernes y después todos los días.” Ese consumo que empieza por curiosidad puede llevarlos a acostumbrarse a cosas tan terribles como la muerte de personas cercanas “Yo ya me había acostumbrado a ver muertes de conocidos, de compinches, pero cuando mi novia se murió fue distinto. Mi vida empeoró. Todo lo hacía era ir a la cancha, drogarme, robar y caer en la comisaría.”

Andrea empezó a consumir de la mano de su pareja se sintió bien pero perdió el control de su vida «Una noche conocí a Matías, un artesano adicto mucho mayor que yo. Empezamos a salir y ése fue mi pasaporte al descontrol. Nuestras salidas consistían en tomar alcohol y consumir drogas en cualquier lugar de la ciudad. Los fines de semana, viajábamos a cualquier lugar, en cualquier tren, con una carpa, comida y drogas. En ese momento era feliz y me sentía libre. Por unos meses desapareció la soledad y la tristeza. Ya no recordaba lo que ocurría exactamente en los viajes y en mi vida.”

Por surte todos estos chicos hoy pueden contar su historia y decir que todo pasó, ellos tienen una nueva vida, recuperaron las ganas de estar bien de tener proyectos, ellos son una clara muestra de que la salida de la droga es posible.

Por más información:

Fundación Manantiales

Tel: 2400 3400

www.manantiales.org.uy