Compartimos el relato de Luis Alzamendi bajo el título “Historia sin Fin”.

“Quería llegar a la fama haciendo uso de su talento; bailar con movimientos sensuales al extremo.

Recorriendo centros nocturnos bailables, wiskerías y otros con las mismas características buscaba contactarse con los dueños o responsables de esos lugares , ofreciéndose para realizar su espectáculo. Su tenacidad la llevó a lograr que dicha carrera comenzara a emerger del anonimato a la popularidad. Los hombres quienes eran los mayores espectadores, se sentían tremendamente atraídos y su fama trascendía las paredes, llegando a las cámaras de televisión a través de programas que hacían resaltar eventos, hechos u ocasiones inusuales del mundo del espectáculo. Más y más se hacía conocer en ese medio.

En el transcurso de todo esto, conoce a un joven cantante muy famoso tanto en la noche, como en los medios televisivos. Se enamoran, se casan y tienen hijos. Todo parecía ir bien. El tiempo pasaba, pero el mismo mundo que los unió y el estilo de vida que llevaban, los estaban separando llegando el matrimonio a su culminación; los pleitos verbales entre ambos no cesaban, no obstante a esto cada cuál tomaba rumbos diferentes.

Ella en la noche se vinculaba con muchas personas, y de allí surgía un romance. Los medios televisivos nuevamente hacían resaltar el suceso y los mismos medios resaltaban el fracaso de ese romance. La presión que recibía por la fama, le estaba afectando la salud. Se la veía pálida, delgada y con cara sufriente –aunque ella con una sonrisa quería demostrar lo opuesto-. Con la necesidad de no sentirse sola y sentirse amada, un romance le seguía a otro y ya su vida estaba en la mira de los programas televisivos  que se ocupaban de resaltar lo que a ella le sucedía o hiciera. No se la miraba como a un ser humano que se siente, que llora, que sufre, sino como un objeto de noticias”.

“¿Dónde se hallará la sabiduría?¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No merece su valor el hombre”.