Compartimos la columna de la diputada nacionalista Verónica Alonso bajo el título “Necesitamos otras respuestas”, cuestionando el accionar gubernamental y ciertos dichos de la senadora Lucía Topolanski (Frente Amplio).

“A la senadora Topolanski se le ha hecho costumbre generar alarma e indignación a raíz de declaraciones lamentables. Lo hizo primero con sus “Fuerzas Armadas fieles a su proyecto” y ahora sigue en la misma línea en cuanto a seguridad. El crimen de La Pasiva no necesitaba un factor más para aumentar la desazón que invade a los uruguayos. La espantosa experiencia de una delincuencia sin códigos, que actúa a sus anchas frente al desconcierto y la permisividad de las autoridades, es de por sí suficiente. Pero la senadora no pudo resistir la tentación de tirar un bidón de nafta al fuego afirmando que la pasta base que «entró durante el gobierno de Jorge Batlle» es la causa de los índices delictivos, para después rematar «cada asalto que ocurre lo vinculan con un menor y lo asocian al plebiscito».

Tantas equivocaciones y tergiversaciones en tan pocas palabras hacen corto el espacio de esta columna para referirnos a ellas. Quizás ese sea uno de los beneficios que obtiene este elenco de gobierno; lo rocambolesco de sus declaraciones y lo turbio de su pensamiento hacen estéril la mayoría de los intentos de análisis. Muchas críticas deben ahorrarse porque cualquier individuo pensante se empantana en la perplejidad cada vez que los escucha.

En primer lugar, por respeto a los familiares de las víctimas y consideración hacia todos los uruguayos, correspondía una mayor sensibilidad, un tono más reflexivo y algún atisbo de esperanza. En ocasiones como ésta la gente mira al gobierno y espera como mínimo sentir que también les duele y que están decididos a hacer algo para que esta situación cambie. No pudo la senadora estar a la altura de una responsabilidad tan básica, eligió atacar a diestra y siniestra con pésimos argumentos y sin ningún sentido común. Son gobierno, y del gobierno la gente quiere sensibilidad con sus problemas, certezas y esperanzas fundadas, no política de barricada.

El desgraciado tiro por elevación con el que busca endilgarle la situación a Batlle contrasta con la visión que tiene de quienes hoy son los responsables directos. Afirma que ni a ella ni al gobierno «se les mueve un pelo» por la interpelación al ministro Bonomi, que a su parecer está haciendo bien las cosas. Sería bueno saber cuántos asesinatos, robos, fugas y motines hacen falta para desordenarles un poco la cabellera.

El argumento pueril de la sensación térmica pudo en algún momento haberle comprado tiempo al gobierno para disimular su inacción en este tema. Hoy ya no hay dudas, salvo en los reductos más fundamentalistas y necios, el problema de la inseguridad es la principal preocupación de los uruguayos y en la cabeza del ciudadano transcendió banderas políticas hace rato.

Hay convicciones que se han ido asentando con cada caso que ocurre, nadie “vincula los asaltos con menores” como si de inventarlos se tratase, los menores participan en delitos alentados por las ventajas que se les ofrecen para delinquir. Como señaló categóricamente el fiscal de menores: «las facilidades que el sistema le da a los muchachos son causa de los hechos de sangre que ocurren. »

Por supuesto que la pasta base es un factor importantísimo en este escenario, y por eso tenemos que tratarlo con seriedad. Tirándole el fardo a un ex presidente mientras hoy se cometen errores y omisiones sistemáticamente no se soluciona nada.

En la Comisión de Adicciones de la Cámara de Representantes hemos generado informes que son fruto de un estudio exhaustivo del tema. Llevamos centenares de horas en contacto con los involucrados, hablando con las instituciones públicas, ongs, familiares, víctimas y especialistas. Fruto de ese trabajo se presentaron diagnósticos y caminos para atacar el problema.

Se plantearon alternativas para llegar a una verdadera política nacional de drogas, integrando y coordinando acciones y trascendiendo administraciones. Se trazaron lineamientos en las grandes áreas que requiere la reducción de la demanda: prevención y educación, tratamiento, aplicación de justicia y fiscalización.

No sólo a nivel drogas y en particular pasta base se le han propuesto a este gobierno medidas prácticas y necesarias. Basta ver todo lo que desde la oposición hemos presentado para constatar que el gobierno tiene a su disposición una significativa batería de alternativas.

Tengo la convicción de que se van a terminar por implementar soluciones que comiencen a mejorar la situación, porque los signos de hartazgo de la población se hacen cada vez más visibles y el mensaje es que esto no da para más. La pregunta es cuándo y a qué costo vamos a empezar ¿Vamos a esperar a vivir en un país regido por la violencia, en el que los rastros del Uruguay que conocimos desaparezcan? ¿Cuánta gente de trabajo vamos a enterrar mientras los asesinos festejan las franquicias que les da el sistema?

La respuesta la tiene un gobierno que goza de mayorías para actuar inmediatamente y con altísima autonomía, pero que para desgracia de todos vive preso de su confusión, sus contradicciones y su lastre ideológico.