Compartimos el Editorial de Liberarce mayo-junio de 2012/ Por una educación pública, de calidad, laica, gratuita y de libre acceso.

“Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.”

Antonio Gramsci

El imperialismo está jaqueado por quizás la crisis más grande de su historia. El comercio mundial se deprime. Mientras EEUU es el principal deudor del mundo con una relación de alrededor del 85% con respecto al PBI, a través del FMI aplica las recetas neoliberales a Europa sumida en una gran recesión. Ajuste, reestructura reaccionaria o democracia es la disyuntiva. A la sombra de la evolución fatal de los números de la economía de los grandes países capitalistas en Europa y Norteamérica crece la movilización de grandes masas con la impronta de los distintos niveles de conciencia. La dictadura del capital financiero y la salida planteada de ajuste encuentra feroz resistencia. Desde Grecia a España los indignados ganan paulatinamente las calles enfrentando las recetas neoliberales, los recortes. Se suceden los cambios de gobierno, todos los partidos y políticos vinculados al estatus quo y al plan de estabilización fiscal hacen agua. Se ensayan, se agotan y renuevan los caminos, las tácticas, las estrategias para el engaño y el sometimiento de las multitudes. La lucha de clases y el debate se agudizan y las masas se dividen en opciones de izquierda o derecha. La pregunta es, ¿habrá fuerzas capaces de interpretar, resumir y dirigir con firmeza y destreza un cambio real? ¿Será reacomodo del sistema capitalista para peor o avance popular? Posiblemente de las dos.

La ofensiva sobre Siria está en parte, en cierto modo, empantanada y se ha transformado en una guerra de baja intensidad con predominio del método terrorista por parte de los mercenarios imperialistas. La respuesta firme de Cuba, los países del ALBA, China y Rusia al parecer viene teniendo sus frutos. Sin embargo el asedio imperialista continúa.

El imperialismo norteamericano apela a sus viejos y vetustos instrumentos para atemperar los efectos de la crisis: La guerra y la impresión e invasión de dólares, buscando quebrar la solidaridad del mundo oprimido.

América Latina se enfrenta a la disyuntiva de hierro de desarrollar y profundizar los cambios políticos y sociales de los últimos 10 años o dejarse llevar por la corriente y sucumbir. En este sentido es de destacar los últimos hechos: el fracaso de la cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba y las iniciativas de defensa de la soberanía de cada país sobre sus recursos económicos y energéticos, caso de la nacionalización de YPF en Argentina y de la nacionalización por parte de Bolivia de la red eléctrica en poder de una empresa española. Brasil y Argentina adoptan medidas de defensa de su producción y Uruguay dependiente de un modelo abierto como lo requiere la plaza financiera comienza a sufrir la embestida de la crisis.

El nuevo periodo de lucha por la liberación nacional y social, abierto en la historia del continente con la revolución bolivariana impulsada por Chávez, se enfrenta a una batalla importante y decisiva en octubre de este año. Toda América Latina necesitará de una resolución positiva de las contradicciones en curso en este país hermano. Las conspiraciones reaccionarias se incrementan en cada uno de nuestros países. A las conspiraciones políticas hay que sumarle las conspiraciones del capital parasitario vinculado al narcotráfico, que suponen una verdadera pinza para los procesos de cambios en nuestro agitado continente.

En este marco el impresionante desfile en la conmemoración del 1° de mayo desarrollado en Cuba, es un ejemplo que simboliza la vitalidad del socialismo combinado con la idea de preservarlo y perfeccionarlo; como rezaba la pancarta desplegada por el pueblo cubano a cuyo frente iban los trabajadores de la salud. Símbolo de las grandes conquistas políticas de una sociedad donde el hombre y la mujer son el centro de las preocupaciones y no la mercancía.

¿Qué pasa con la resolución de los problemas estructurales en América latina? ¿Qué pasa con los frentes populares en América Latina? ¿Cómo evoluciona la relación entre la clase obrera y las capas medias de la región en las actuales condiciones? ¿Cómo evoluciona el papel de las fuerzas revolucionarias?

En Uruguay en el medio de estas contradicciones internacionales en desarrollo se precipitan las discusiones ideológicas y políticas, así como se vuelve cada vez más necesario una toma de decisiones por parte del gobierno del Frente Amplio sobre el rumbo y la profundidad de los cambios. Conscientes de la situación, la oligarquía incrementa sus acciones y presiona con todas sus fuerzas. El haber alcanzado el número de firmas requeridas para que haya plebiscito sobre la baja de la edad de imputabilidad es un indicador de este proceso. En muchas ocasiones y en más de un aspecto, la derecha ha logrado imponer su agenda. La ambigüedad del gobierno y la debilidad de la actual dirección del Frente Amplio se hace ostensible para quien la quiera ver.

Los avances conquistados en materia internacional por parte del gobierno se opacan y corren riesgos de naufragar a la luz de las contradicciones internas. Demasiadas concesiones a la derecha. La consigna pareciera ser todo dentro del modelo de plaza financiera nada fuera de él, y ello empantana cualquier iniciativa seria y hace trastabillar la confianza del pueblo.

Mientras, las necesidades pueden más. La educación con dificultades, las carencias de vivienda, los altos alquileres, la inflación golpeando los salarios y el poder adquisitivo de la obrera y del obrero.

La mayoría de la dirección del Frente Amplio hundida en la coyuntura, con un fuerte predominio de la burguesía nacional y de algunos sectores medios con ideas nacional reformistas y socialdemócratas, lleva el fenómeno de la ponderación de fuerzas al extremo habilitando la disputa visceral como mecanismo de resolución política de las contradicciones, enterrando el consenso y la práctica política de la unidad sin exclusiones. En aras del interés de grupo inmediato tras los resortes del gobierno y del Estado se hipoteca gravemente el futuro de la herramienta y sus vínculos con el pueblo. Se pretende subordinar un millón de frenteamplistas a la voluntad de la dirección política de cuatro o cinco sectores. Cabe preguntarse: ¿Estaremos frente al intento de un golpe de mano “desde arriba” para concretar el famoso proyecto planteado en el documento de los “24” o en el de “El Ocaso y la esperanza”? ¿Será actualización o simplemente la consolidación de un largo proceso de rebajamiento político y programático pregonado por muchos? En todo caso, tal y como preveíamos que podía llegar a suceder, nuestra exclusión política junto a la de muchos otros también es un indicador del proceso. 170.000 frenteamplistas son muchos, pero también son muchos los que faltan y no se sienten contemplados, ni considerados, por el contrario, se sienten ninguneados y hasta combatidos cuando su posición como la nuestra no es del gusto del “arriba”.

En 1997 participaron 143.575 votantes, en el 2002 lo hicieron 195.702, en el año 2006 un total de 222.795 ciudadanos. El domingo votaron 170.770 personas. 52 mil menos que hace 6 años. Si se confirmará que gran parte de los votos observados son nuevos votantes, dada la adhesión simultanea, ¿Cuántos faltaron realmente? Y cabe también preguntarse: ¿Será que todo seguirá igual o escucharán a todos los compañeros?

En el pasado el movimiento obrero nutrió y ayudó a unificar el FA, sin embargo hoy se produce un movimiento inverso: tras el intento de regimentar la acción social a la acción de gobierno, se utiliza la gravitación e incidencia del Estado para llevar adelante una acción de subordinación de las inquietudes crecientes de trabajadores y estudiantes. Anuladas en su accionar político, reivindicativo y programático, gran parte de las direcciones del movimiento sindical y estudiantil oscilan entre la verborragia estéril y el economicismo más grosero. Mientras, el infantilismo de izquierda ahogado también en la coyuntura pregona el vaciamiento y la ruptura de las herramientas. Las consecuencias se hacen sentir en el escepticismo creciente de la gente.

Frente a tal estado de cosas es justo interrogarse ¿el cambio en la composición social y política de las herramientas es mucho más grande de lo que habíamos concebido? ¿El puente histórico entre generaciones y definiciones está tan destrozado? ¿El daño causado por el oportunismo político es tan grande? ¿Se puede corregir?

No podemos, ni debemos ahogarnos en las dificultades presentes.

La acción conservadora habla por si sola del espíritu revolucionario latente en las grandes masas del pueblo. El triunfo de “Pepe” Mujica en las internas y luego en las nacionales se debió a las ansias de cambio, que aún continúan fluyendo en el subterráneo consciente de toda la sociedad.

En cierta medida hemos pecado de ingenuidad política aunque en todo caso nos equivocamos bien, con el pueblo. Por allí anda un Liberarce con la consigna: por una izquierda, amplia, fraterna y compañera. No vamos a abandonar esa consigna, por el contrario vamos a seguir defendiéndola. Sin embargo, hay que repensar la lucha no sólo desde la buena voluntad desde el “arriba”, desde el pretendido sistema de direcciones políticas y sociales, o desde las “chacras”, sino y fundamentalmente, debemos repensarlo, desde la experiencia militante de las masas que deben forjarse también como dirección social y política para profundizar el cambio de modelo.

Hay que realzar el papel de la central y de cada sindicato, realzar la acción de todas las organizaciones sociales trabajando en base a la verdad, con crítica y autocrítica revolucionaria y con una metodología en cuyo centro esté el papel protagónico de la gente.

Mucho se habla de la independencia de la clase obrera pero poco se práctica. No sólo en el Fa y sus actividades falta gente, también en el último primero de mayo faltó. No es nuevo pero es de preocupar la tendencia. Hay que defender y revitalizar el rol histórico de los trabajadores y recuperar los contenidos del movimiento obrero. Independencia de clase, criterio propio que debe reflejarse en la lucha reivindicativa y programática cotidiana. Luchando por abrir camino al nuevo Uruguay, combatiendo y desmontando el viejo modelo parásito, concentrador y excluyente. Luchando por desarrollar y profundizar las reformas democráticas en todos los planos de la vida del país. En base a una concepción de economía mixta para esta etapa histórica con un claro predominio estatal. Entrelazando la lucha por salario y las reivindicaciones básicas con la brega por los cambios estructurales.

Por ello, permítannos unas cortas reflexiones sobre un tema que preocupa a todos, la enseñanza. Ya que desde algunos medios tantos garrotes se le dan a la juventud, desde estas páginas queremos reivindicarla. La juventud no es “un divino tesoro”, una mercancía para la vitrina, al servicio de alguna gente sin escrúpulos que la convoca una vez cada cinco años para oficiar de trampolín político, rellenar algún acto o pintar algún que otro muro para que después de consumado el objetivo personal del ambicios@ se devuelva nuevamente a la casa hasta la próxima campaña. La juventud tampoco es “el enemigo principal” como lo plantea la rancia oligarquía, buscando coartadas para reiterar la vieja política del enemigo interno que le permita volver al gobierno para seguir haciendo de las suyas: “100 para mi, una para vos”. La juventud es el aquí y el ahora de una fuerza material, intelectual y productiva sobre la que se erige el nuevo Uruguay, reflejada en esos rostros de jóvenes estudiantes como las que están en la tapa de este número de Liberarce, ocupantes del Liceo 70 por la enseñanza pública, laica, gratuita y de libre acceso. La juventud nos exige desarrollo. Dime que proyecto de educación tienes, y te diré que tipo de país estás construyendo. Si queremos un tipo de país acorde al Uruguay soñado por nuestro pueblo debemos tener programas educativos y cursos que contemplen tales necesidades. Lo que es un gasto superfluo para el bolsillo de las clases dominantes no necesariamente lo es para los trabajadores y el pueblo. Necesitamos planes de desarrollo que contemplen al Uruguay libre, con desenvolvimiento de sus industrias, de nuevas aplicaciones de la ciencia al potencial marítimo, terrestre y aéreo; necesitamos profesionales para avanzar en los servicios del Estado en todas las áreas. Necesitamos un desarrollo amplio de nuestra cultura porque no sólo de pan vive el hombre y la mujer. Y todo ello requiere el concurso de nuevas y vastas fuerzas de jóvenes bien formados. Y todos sabemos las dificultades existentes ya no sólo para ingresar al sistema educativo formal, sino y sobre todo para egresar. Estos años hubo avances importantes, uno de ellos fue la Ceibal. El niño abrió una puerta a la información y al conocimiento general, pero ello por si solo no basta. Se crea la necesidad, es un primer paso, hay que profundizar. Hay que fortalecer todos los niveles de la enseñanza en un mundo donde el conocimiento secundario, terciario y universitario requiere masificación. Hay que liquidar con todas las formas sutiles y no tanto de limitacionismo existentes a lo largo y ancho de la enseñanza pública, que en muchos casos es gratuita y de libre acceso de palabra pero no en los hechos. Necesitamos cantidad y también calidad, con condiciones justas, con programas adecuados, con docentes preparados, con un número de alumnos por aula prudente, con nuevas instalaciones que fomenten en la juventud la cultura general y el deporte, ¿por qué no recrear como elemento de integración los gimnasios en los centros educativos? Hay que crear condiciones para la integración y la unidad de la juventud, luchar contra el concepto del “afuera” y el “adentro”, recuperar la idea de que los grupos más avanzados entusiasmen y ayuden al conjunto.

En estos años se avanzó en los dineros invertidos en educación, pero son insuficientes, estamos de acuerdo en que hay que mejorar la administración de los recursos y qué se prioriza, pero hay que continuar y atender la necesidad. De cara a la próxima rendición de cuentas y mensajes presupuestales en el parlamento. Reafirmamos el planteo de otorgar el 6% para educación. No porque el 6% sea de principio –antes el movimiento popular y figuras notorias de la izquierda reivindicaban el 27% del presupuesto nacional que significaba en los hechos mucho más que el 4.5 o el 6% del PBI- sino por la necesidad simple de acrecentar seriamente lo que se destina a la educación y avanzar en el financiamiento de la reforma de la enseñanza que se vuelve impostergable.

Como dijo Mario Benedetti: “No te quedes inmóvil al borde del camino”. Toma partido.