La diputada blanca Verónica Alonso @veronica_alonso solicitará una entrevista con las autoridades de los cuatro partidos políticos con representación parlamentaria en nuestro país, donde trasladará a las máximas autoridades de cada Partido, lo vivido como veedora en la elecciones venezolanas, realizadas el pasado domingo.

Para Alonso, es 100% legítimo el reclamo del Candidato Henrique Capriles @hcapriles y entiende pertinente advertir lo que ocurre en Venezuela, donde constató que la intromisión del gobierno a favor de un partido político, práctica que se da en uno de los poderes del Estado, se repite en cada una de las instituciones y órganos del Gobierno. En todas ellas se da una excesiva intromisión estatal en favor del candidato oficialista y ello determina que haya un esquema altamente desigual y desbalanceado. A diferencia de nuestro país, en Venezuela aparentemente existen escasos controles para evitar que quien gobierna pueda utilizar los recursos públicos y poner la maquinaria del Estado a su favor.

A modo de evaluación, la legisladora nacionalista informó que; «Tal como lo anticipabamos, las elecciones en Venezuela iban a significar un momento histórico para América Latina y no sólo para los venezolanos. El haber seguido de cerca la contienda electoral del pasado domingo como observadora electoral, me dejó varias reflexiones y algunas enseñanzas que quisiera llevarme de regreso a mi país.

Desde el comienzo de la jornada cívica, recorriendo y observando los centros de votación en los distintos barrios y zonas de Caracas, nadie podía preever lo que ocurriría horas más tarde. La victoria pírrica de Nicolás Maduro fue una gran sorpresa para propios y ajenos.

El pueblo venezolano con una participación del 78%, ejerció su derecho cívico durante una jornada electoral intensa, expresándose a través de un mecanismo de votación rápido, moderno y eficiente. Sin embargo una vez cerradas las mesas de votación para dar inicio al escrutinio, el panorama fue cambiando y la algarabía de la mañana dio paso al nerviosismo y la preocupación, especialmente en las filas del gobierno y del partido oficialista.

Reinó el silencio absoluto en las calles de Caracas, la tensión creció y el organismo encargado de emitir los resultados oficiales se hizo esperar demasiado. Finalmente a horas de medianoche el Consejo Nal.Electoral le otorgó un 50.66% a Maduro y un 49.07 % a Capriles. Esta votación tan ajustada con una diferencia de apenas 234mil votos hizo aumentar la ya compleja realidad política venezolana generando grandes interrogantes hacia el futuro.

 

Por otra parte, entendemos que el reclamo del candidato opositor Capriles al Órgano Elector para que realice las auditorias correspondientes y el recuento del 100% de los votos, se ajusta a derecho, no solo por ser de recibo y justo, sino porque es lo que se merecen todos los venezolanos. Unos y otros. Estoy convencida que desde nuestro lugar como demócratas y sin inmiscuirnos en los asuntos internos de otro país, debemos pedir para que reine la verdadera democracia en Venezuela que se realice el conteo de votos y el esclarecimiento de las acciones que se denuncian.

Vale decir que hemos observado los acontecimientos, primero que nada con respeto por el pueblo venezolano y, en segundo lugar, con el ánimo y el deseo que este pueblo, encuentre caminos de reconciliación y diálogo para todos sus ciudadanos que se merecen vivir en paz, conociendo la verdad.

Con ese respeto que merece el pueblo venezolano, es que también debemos advertir lo que ocurre allí. La intromisión del gobierno a favor de un partido político, el oficialista, es tan evidente, que supera aún la transparencia, el equilibrio y la eficiencia que puedan brindar las herramientas del sistema electoral mismo. Y esta práctica que se da en uno de los poderes del Estado, se repite en cada una de las instituciones y órganos del Gobierno. En todas ellas se da una excesiva intromisión estatal en favor del candidato oficialista y ello determina que haya un esquema altamente desigual y desbalancedo. A diferencia de nuestro país, en Venezuela aparentemente existen escasos controles para evitar que quien gobierna pueda utilizar los recursos públicos y poner la maquinaria del Estado a su favor. Esto hace que la contienda electoral tenga reglas de juego completamente injustas y desparejas.

A partir del difícil momento que atraviesa el pueblo caribeño, me lleva a reflexionar y llevarme algunos deberes para Uruguay. Primero que nada me ha enseñado lo importante que es cuidar nuestra democracia, la que debemos cuidar todos los días con acciones y hechos concretos y no sólo con palabras.

Quiero para mis hijas una sociedad democrática y abierta, donde el pluralismo de ideas y la libertad de expresión estén completamente garantizadas. La democracia uruguaya debe ser cuidada y protegida de acciones de intolerancia y radicalismos.

Para ello, debemos velar ante cualquier intento de discrecionalidad en el uso de los recursos del Estado, recursos que son de todos. Son tuyos, son míos, son nuestros. Debemos evitar que ocurra lo que lamentablemente es moneda corriente hoy en Venezuela, desde el uso indiscriminado del poder o el uso de las instituciones del Estado mucho más allá de sus fines. Los límites del Estado los define la constitución, no el gobierno de turno.

 

Y esta debe ser una máxima que debemos recordar, proteger y asegurar cada día desde el lugar de responsabilidad que detentamos, más allá de nuestra identidad partidaria. La bandera que debemos levantar cada vez más alta es la que nos iguala a todos. Es la que nos acerca, nos identifica y nos enorgullece.

Debemos velar para que los medios de comunicación en nuestro país sigan gozando de la libertad que solo un país democrático puede garantizar, y para que tanto empresarios y trabajadores, así como cualquier ciudadano de a pie no sean penalizados o restringidos en su accionar por sus ideas o convicciones.

Desde mi lugar me comprometo a seguir trabajando, para que algunas actitudes que hoy puedan alterar nuestra sana convivencia sean erradicadas. Para que nuestro pueblo oriental, esa comunidad espiritual que somos, siga conviviendo con respeto y tolerancia. Aceptando las diferencias y cuidando esa amistad cívica que hace sentirnos orgullosos cuando vemos a nuestros ex-presidentes juntos bajo un mismo objetivo: Nuestro País, el de Todos.

Hoy vemos en Venezuela un amanecer sombrío y confiamos que los venezolanos logren recuperar su dignidad para encaminarse hacia un futuro venturoso. Nosotros aprendamos de los errores ajenos y no dejemos que nada, ni nadie, le quite a nuestros hijos nuestra mayor fortaleza. Nuestra libertad», expresó.