Compartimos la opinión de la edila colorada Consuelo Pérez bajo el título “Diezmilpesistas”.

“El término diezmilpesista se acuñó en el año 2011, y su acepción simplificada se refiere a aquél que gana esa cifra o menos, en el desempeño de su trabajo.

El Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT introdujo el concepto en el año mencionado, al incorporar a su agenda la problemática derivada de esa situación.

Para el aludido instituto, la definición comprende a los que ganan por hora menos de lo que ganaría una persona con una semana laboral de 40 horas y $ 10.000 de sueldo líquido.

Implica lo detallado un ingreso cercano a los 60 pesos la hora y posibilita la inclusión en la clasificación de personas que ganan $14.000 al mes.

Está considerado en el concepto que el ingreso proviene de un único empleo, si bien la situación real es distinta, por razones obvias.

Se refiere además a situaciones individuales, y no al ingreso del núcleo familiar, que podría superar en su promedio el monto o, por supuesto, quedar por debajo.

Si bien entonces los ingresos familiares donde se inserta un diezmilpesista pueden por lo tanto superar ese monto, y sacar al núcleo del nivel de pobreza, el concepto grafica en forma muy aproximada la situación de una población trabajadora que representa cerca de la mitad de la totalidad.

La mitad de los ocupados del país, podríamos concluir entonces, gana menos de 60 pesos la hora.

Entre los sectores más sumergidos están el comercio, los restaurantes y hoteles, la agricultura ganadería y pesca, y los establecimientos financieros.

Si tomamos el tope de $14.000 como límite, unos 900.000 uruguayos son diezmilpesistas.

El término, que muchas veces hasta lo escuchamos utilizarse en forma impúdicamente peyorativa, comprende entonces a una porción muy importante de nuestra población económicamente activa, la que se encuentra entonces postergada.

Si bien algunos sectores, como la son la Federación del Comercio y Servicios han manifestado recientemente sus protestas y son apoyados por AEBU – en lo que tiene que ver con la posible toma de medidas en la recolección de remesas en los grandes supermercados – el hecho es que el éxito no se ha hecho presente en las negociaciones de los Consejos de Salarios, donde no hubo respuestas.

Los diezmilpesistas son ignorados y excluidos.

Toma fuerza entonces lo manifestado por el candidato Tabaré Vázquez en un reciente congreso, donde expresó que “Un país con exclusiones es una inmoralidad”.

Ciertamente, en el mismo marco manifestó que hay que tener una educación y salud mucho mejores, y también hay que resolver el asunto de la inseguridad.

No analizaremos aquí la reiteración de metas ya planteadas en la campaña del 2004, pero sí no entendemos la actitud en el tema que nos ocupa.

Porque no es un asunto que está en la preocupación del actual gobierno, a la vista de los resultados, y no sabemos si estará en el plan del médico.

Los conceptos de democratización, inclusión e igualdad reiterados y repetidos por el gobierno en sus manifestaciones mediáticas, no se aplican para los diezmilpesistas.

Refiriéndonos a los dichos de Vázquez, y compartiéndolos, es, hoy, una inmoralidad.

Como lo son los ingresos de algunos – por ejemplo profesionales de la salud y otras ramas de especialización – que por circunstancias que no son del caso analizar ahora, y que se enmarcan en las distintas políticas y realidades salariales y laborales, perciben unas 50 veces lo que percibe un diezmilpesista.

En el mismo país, con el mismo gobierno, bajo el mismo Estado.

Es muy dudoso a la luz de lo que vimos en estos casi nueve años de administración del Frente Amplio, que de ser Vázquez el próximo presidente, encuentre el camino para recuperar la salud – es “autor” del SNIS- , la educación – es ”autor” de la vigente Ley de Educación- y la seguridad, cuando lo prometido por él mismo al asumir en 2005 involucionó en sentido contrario.

Tampoco se vislumbra la intención o la propuesta concreta en su reciente promesa de “emparejar para arriba” de hincar el diente a la situación de los uruguayos excluidos por la realidad que hemos someramente descrito.

Confiamos en que el batllismo pueda recomponer su actitud de servicio y poder tener la posibilidad de empezar a apoyar el proceso de recuperación de inserción justa y postergada de los miles y miles de uruguayos comprendidos en esta realidad para la que según parece, no hay propuestas para revertirla, ni interés en atenderla.

Porque forma parte de su filosofía.

Claro, hay que trabajar mucho, ordenada y metódicamente con la sociedad.

Las soluciones o el inicio del proceso no surgen de un discurso o de una promesa.

Esperamos fervientemente encontrar el camino, en conjunto con la gente deseosa de transitarlo”.