Compartimos la columna del dirigente de Vamos Uruguay, Martín Aguirrezabala titulada “No es broma…”.

“El Foro Económico Mundial es una organización internacional, con sede en Suiza, que se ocupa de estudios sobre la economía y el desarrollo a nivel mundial. Publica anualmente un reporte sobre Competitividad Global, en el cual ordena los países de acuerdo a un indicador global de competitividad que considera doce diferentes indicadores parciales.

Uruguay se encuentra, en el último informe, en el lugar número 85, entre los 148 países evaluados. En los tres últimos informes, nuestro país cayó del lugar 63 al 74 y finalmente al lugar actual. Los países más competitivos de esa lista son: Suiza, Singapur, Finlandia, Alemania y USA.

La competitividad de un país determina la posibilidad real que tiene una economía de pagar mejores salarios y de sostener su crecimiento en el mediano y largo plazo.

Un país, o una empresa, pueden pagar mejores salarios, en forma circunstancial, porque reciben mejores precios por sus productos. Sin embargo, la capacidad de sostener salarios altos en el tiempo, y de incrementarlos, depende de la capacidad de esa empresa, o ese país, de sostener niveles altos de productividad y de mejorarlos en forma sistemática.

Comparándolo con una situación personal, cualquiera de nosotros puede, circunstancialmente, tener una changa buena, sin mayores requerimientos de capacitación, en un momento que falta mano de obra y los precios son buenos. Yo, una vez, jugué de 9, porque faltaba gente para completar el cuadro.

Pero la única forma en que un país, una empresa y hasta una persona, pueden sostener niveles de salario altos y crecientes en el tiempo es mejorando su capacidad de competir, es mejorando su productividad. Son los países que han sido capaces de desarrollar sus habilidades de competir más que otros los que ganan la carrera de darle a sus hijos mayor calidad de vida.

Uruguay está fallando en esta carrera: no sólo viene de la mitad de la tabla para atrás, sino que viene perdiendo posiciones. Su “buen momento económico” se debe a los precios internacionales, no a que estemos haciendo las cosas mejor. Nos tocó una buena changa.

Pero dentro de este panorama, hay mejores y peores noticias. Dentro del reporte del FEM, hay algunos aspectos en que Uruguay está relativamente bien “parado”: en lo que refiere a la transparencia y calidad de sus instituciones (el marco legal y administrativo), nuestro país se encuentra en un digno lugar 36; y en algunos aspectos específicos importantes, como su grado de conectividad digital también se encuentra en situación relativa aceptable (46).

Sin embargo, hay aspectos en los que nuestra posición es absolutamente vergonzosa: en la calidad de su sistema educativo está en lugar 120 y en los aspectos relacionados al mercado laboral se encuentra en el lugar 139 en términos globales. En lo que tiene que ver con la relación entre pago y productividad ocupamos el último lugar de la lista (148) y en la cooperación entre empleadores y trabajadores el lugar 138.

Quizás no es novedad que en Uruguay tenemos problemas en la educación y en las relaciones laborales, pero verlo así cuantificado asombra: somos los peores de la clase.

Nuestro sistema educativo no da para más, pero nuestras relaciones laborales tampoco. La confrontación puede definir cómo repartimos la pobreza, pero no va a generar una espiral de mejora de la productividad que determine, a mediano y largo plazo una generación de riqueza que ponga nuestros salarios a la par de los suizos, los finlandeses o los alemanes.

Hay que encarar políticas laborales que estimulen la cooperación y la mejora de la productividad. De lo contrario, no habrá país de primera, para nadie”.