“Objetos que cuentan historias” es el título de este nuevo trabajo que nos comparte la escritora Cecilia Durán Mena con una mirada analítica, documental, con un estilo ameno, que nos invita y atrapa a la lectura.

“Dicen que el reloj de Dostoievsky dejó de funcionar en el mismo instante en que el corazón del autor paró de latir: las ocho y treinta y ocho de la noche. Ahí sigue ese cronómetro, más de ciento treinta años después, marcando la hora siniestra, sobre el buró de su habitación, en su casa-museo.

Hay objetos así, que a simple vista parecen ser una cosa trivial, sin embargo, algo los ha modificado. Se han convertido en hitos, en puntos de referencia, en inicios de leyendas. En misterios. La función del objeto pasa a un segundo término, lo relevante es su significado. En ocasiones se trata de cosas perdidas, de las que ni siquiera conocemos sus características físicas y en otras el valor monetario es ínfimo en comparación con las historias que han generado. Desde luego hay aquellos que reúnen ambas características: son caros y valiosos. Tampoco son siempre objetos de deseo, muchas veces por el contrario, son temidos por los efectos que producen en sus dueños.

La maleta robada de Hemingway adquirió valor a partir de su desaparición. Cuentan que en diciembre de 1922, cuando la esposa del escritor viajaba en tren por Francia, una persona robó la valija que contenía textos con 18 cuentos cortos y una novela que relataban experiencias vividas en la Primera Guerra Mundial. Hemingway no olvidó estas vivencias, sufrió con el robo de tan preciado material pero jamás intentó reescribir lo que había perdido. Esta maleta dejó de ser un objeto para guardar y trasportar objetos personales y se transformó en una leyenda que ha nutrido la fantasía. ¿Qué contendría esa maleta? ¿Serían los mejores textos del autor? ¿Cuál fue su destino?

Con manuscrito original de los cuentos de Canterbury pasa lo mismo. Los escritos de Geoffrey Chaucer jamás han sido encontrados. El libro que hoy conocemos y que narra el viaje de unos peregrinos de Londres a Canterbury, recupera únicamente veinticuatro cuentos del total. No sabemos cuántos eran ni qué sucedió con los otros. Es más, se dice que el documento en realidad nunca existió y que el origen de los cuentos es mágico.

El caso del Santo Grial ha generado numerosos libros de ficción, de caballería y de misterio. El Santo Grial es el cáliz en el que Jesús consagró el vino en la Última Cena. Se desconoce su paradero, aunque existen tradiciones que dicen que el Grial se encuentra en la iglesia de San Lorenzo de Génova, otras que aseguran que después de un largo peregrinar fue trasladada a Valencia en el siglo XV. Dicen que está oculto en la iglesia de Glastonbury donde en espera del Tercer Custodio. Lo cierto es que la historia consigna viajes de búsqueda, guerras y conflictos por poseer tan codiciada reliquia. Vidas enteras se han consignado para encontrarla.

Por su parte el Brillante Hope es un objeto famoso por las desgracias que ha traído a sus poseedores. Los orígenes de esta piedra de color azul marino de más de cuarenta y cinco quilates de peso parecen estar en la India, de donde fue robada a la diosa Sita. Un exitoso mercader francés, Jean Baptiste Tavernier, lo adquirió para venderlo al rey Luis XIV. Según la leyenda, Tavernier terminó arruinado y fue encontrado en Rusia, muerto de frío y devorado por las ratas.

El rey murió de forma inesperada. Su heredero Luis XV lo guardó en un cofre y se olvidó de él, no sufrió grandes desgracias. Pero su nuera, la famosa María Antonieta lució en varias ocasiones la joya. La suerte, como sabemos, no la acompañó.

El último dueño de esta maravillosa joya fue el famoso joyero Harry Winston. Su deseo por poseerla lo llevó a comprarla a pesar de las advertencias, sin embargo, decidió donarla a la colección del Smithsonian en Washington, D.C. donde hoy se encuentra expuesto.

Hay objetos así, que a simple vista parecen ser una cosa trivial, sin embargo, algo los ha modificado. Tal vez la transformación de dichos objetos se deba a que tienen muchas historias que contar”.