Omar Hernández, presidente de la Asociación de Discapacitados Motrices (Adimo) de Maldonado, denunció a la directiva de Aerolíneas Argentinas el maltrato a que dos familias fueron sometidas al viajar de Buenos Aires a Córdoba con dos sillas de ruedas motorizadas.

Hernández explicó que el jueves pasado viajaron de Punta del Este a Buenos Aires, para asistir a una reunión de familias con niños con Atrofia Muscular Espinal (AME), que tendría lugar en Córdoba.
Los funcionarios del aeropuerto de Laguna del Sauce habían advertido a las oficinas de la Aerolínea sobre el traslado de las sillas de ruedas motorizadas y la certificación de que las baterías podían transportarse en avión. También se había acordado que los niños fueran recibidos con sillas especiales, para evitar que el cuerpo y la cabeza de los pequeños se desplacen hacia los lados. Pero al llegar a Buenos Aires esto no ocurrió y los chicos fueron aguardados con sillas tradicionales.

Hernández contó, además, que al llegar a Aeroparque en Buenos Aires y subir con destino a Córdoba, se suscitó un debate respecto a la posibilidad de que las baterías no fueran aptas para viajar en avión.

Las discrepancias entre “ocho personas que deliberaban alrededor de las baterías” tomaron 45 minutos y generaron un importante retraso en el vuelo, que finalmente partió bajo responsabilidad del capitán. Al cerrar las puertas de la aeronave, el pasaje irrumpió en un aplauso que las dos familias consideraron humillantes para ellos y sus hijos con discapacidad.

Aunque Hernández había conseguido el compromiso de que el problema no se repetiría, eso no ocurrió. Al llegar a Buenos Aires y subir al vuelo con destino a Punta del Este, les volvieron a decir que las baterías no eran adecuadas y que ellos podían seguir viaje pero los vehículos no. Al cabo de 40 minutos, con una fuerte tensión nerviosa, les autorizaron a volar hacia Uruguay.

Al llegar, observaron que las baterías habían viajado sueltas en la bodega (lo cual no es reglamentario), los cables estaban destrozados y las piezas de la silla de Lucía estaban desparramadas en la la bodega.

“Intentaron abrir las baterías, que son selladas y no derramables. Los funcionarios de Laguna del Sauce pudieron rearmar la silla de Lucía, pero no anda bien y es fundamental para la vida cotidiana de la niña”, acotó Hernández.

Opinó que la situación fue humillante y discriminatoria, por lo cual este lunes envió la denuncia a través de Adimo a la aerolínea, al consulado argentino y al parlamento, entre otros organismos. “Queremos que dejen de tratarnos como un paquete”, enfatizó.

 

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