cruzCompartimos la columna de Diego Pereira pereira.arje@gmail.com que en esta ocasión lleva como título: “La Semana más santa de todas”.

Desde hace muchos años vivimos en Uruguay un fenómeno que ya es parte de nuestro inconsciente colectivo: vivir la semana Santa como una semana de variadas características, según quien la viva y su elección de cómo vivirla. Desde que comenzamos el año escuchamos la típica pregunta del uruguayo medio: ¿cuándo cae semana santa? Con ello lo que la mayoría de nosotros estamos buscando una semana, luego de la locura del comienzo del año, para poder tomarse un respiro antes de zambullirnos por completo en el año. Es luego de esta semana que comienza a andar todo el aparato social, quizá marcado sobre todo por la educación, pero también son muchos los que completan en esta semana sus días de licencia laboral.

Pero sin duda alguna son varias las “caras” de esta semana que se presenta como “semana Criolla”, “semana de Turismo”, “semana de la cerveza”, “semana de la vuelta ciclista del Uruguay”, “semana de vacaciones”, semana de regalar y comer huevos de chocolate animados por el conejo; y para los cristianos católicos es la “semana Santa”.

Las diferencias están a la vista aunque no siempre es así en el dialogo cotidiano de los ciudadanos. Además se le suman diferentes propuestas turísticas de ocasión que le dan más colorido a esta semana. Pero lo que si es común a todos es lo que parte del sentido común: es una semana para descansar, desenchufarse un rato, bajar revoluciones, aprovechar para hacer lo que cotidianamente no hacemos: arreglar la casa, visitar familiares o amigos, etc. Todos, los que viajan de vacaciones y los que se quedan trabajando, experimentamos una tranquilidad en el aire debido al cierre de oficinas públicas, comercios, el tránsito que se ve disminuido porque quedamos muy pocos en la capital. Es una oportunidad para el descanso.

Semana Santa para los católicos

La gran diferencia en esta semana es la que la hacemos los católicos que

ansiamos todo el año poder vivir esta semana Santa donde celebramos y revivimos el centro del Misterio cristiano: la muerte y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios que entregó su propia vida para Salvarnos. Es la semana donde tenemos la oportunidad de renovar nuestro compromiso con la humanidad desde el ejemplo de Jesús: un hombre totalmente humano que vivió en una unión única con Dios, y que lo experimentaba como Padre, que decidió por propia voluntad no hacer alarde de su poder y se sometió a las leyes humanas para experimentar el dolor y el sufrimiento humano. Y ante la pregunta que todos nos hacemos: ¿por qué lo hizo? La respuesta de Dios es siempre la misma: por puro amor, amor gratuito que se da con sólo abrir el corazón y estar dispuesto a recibirlo.

Dije que renovamos nuestro compromiso con la humanidad porque si hay algo que Jesús dijo y lo llevó a término fue; “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13) y esto lo hizo en el momento que acepta morir en la Cruz para que Dios se introdujera en lo profundo de la naturaleza humana y quitara el pecado de raíz. Es el pecado el que nos lleva a alejarnos de Dios, olvidando su amor, y es el que nos lleva a desvirtuar la grandeza de la obra que somos, como criaturas creadas a imagen y semejanza suya. El apóstol Pablo entendió esto con claridad y nos dice: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que Cristo, el cual, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos…” (Carta a los Filipenses 2,5-11).

Es en esta semana Santa donde los cristianos asistimos al Misterio más grande de la fe: el que Dios decide hacerse hombre y que siendo hombre-Dios rechace su grandeza y se haga semejante a nosotros para vivir como nosotros…esto es algo que aún hasta los más ateos no logran comprender. Es el acto de amor más grande, inmenso, incomprensible pero real. Los primeros cristianos fueron testigos de este acontecimiento y dan fe que el amor venció la muerte y por ello, luego de celebrar con amor y respeto el

Viernes de la Crucifixión, comienza la fiesta de la Vida: llega la Pascua.

La Pascua o Resurrección, es el pasaje de la muerte a la vida, y en la historia de la humanidad tal hazaña se la asigna únicamente a Jesús de Nazareth, judío de Israel, que vivió bajo el poder de Poncio Pilatos, al cual los seguidores denominaron “El Cristo”, o sea, el Mesías Ungido, el Elegido por Dios para salvar a la humanidad. Esto es lo que los católicos celebramos: que Jesús nos anuncia con su vida que la muerte no es la última frontera, que la muerte no es el fin de todo, sino que es parte de la vida, es el pasaje, el puente con un más allá que podemos pregustar desde este más acá. La semana Santa es celebrar el futuro hacia donde los creyentes iremos y nuestra confianza se fundamenta en el testimonio de Jesús, que quedó escrito en las Sagradas Escrituras y que la Tradición de la iglesia confirma a lo largo de la historia. Sin duda alguna muchos tienen razón: creer en esto es una locura, sí!, es la locura de un Dios que ama tan

infinitamente al hombre que renunció a ser Dios.

Concluyendo

Por esto es que la semana Santa no tiene marketing, por eso no “prende”. No ofrece las diversiones y pasatiempos del mundo de hoy, no garantiza tranquilidad ni paz automáticas, sino que nos habla de una dimensión que no está de moda: lo religioso o trascendente. Mientras las grandes mentes siguen buscando equivocadamente resolver los enigmas de la vida y la muerte, la gran contradicción es que en un mundo con grandes avances tecnológicos e informáticos, el uso que se les da es para la muerte, la

explotación, la perversión del ser humano. Pero es por eso mismo que la semana Santa tiene sentido: intenta ser una semana de concienciación mundial de la gran obra que Dios realizó en Jesucristo: la entrega de su propia vida a cambio del ser humano. El valor de cada persona es el valor de la sangre de Jesús que derramó para aquellos que crean en él y para los hombres que de alguna manera u otra, colaboran por lograr un mundo mejor para todos. Que esta semana nos ayude a creer en el poder del amor que vence la muerte y nos trae noticias de nueva vida para todos.

Fuente Imagen: http://laeconomiadehoy.com