buber“El humanismo de Martin Buber” es el título de la nueva entrega de Diego Pereira.

“En un mundo de relaciones líquidas (S.Bauman) donde la proximidad de la amistad y el diálogo se miden desde la distancia que tengamos a la pantalla del computador, es necesario retomar el pensamiento de este gran hombre que ha marcado la historia del pensamiento mundial, con una forma específica y necesaria de relacionarnos y de comunicarnos. Ser un “ser humano” implica reconocerse como tal desde el YO personal, pero que se reconoce desde un TU también personal, que nos lleva, a través del diálogo fraterno, a un NOSOTROS comunitario que nos complementa y anima.

Martin Buber fue un profesor y filósofo judío nacido en Viena en 1878 que supo atravesar la tormenta de la persecución Nazi trabajando en defensa de su pueblo desde sus clases de filosofía, en la fundación de revistas donde exponía sus principales ideas, como también en la integración de organismo en los cuales logró defender algunos ataques del régimen nazi en contra de su pueblo. Hombre de profundidad religiosa también de dedicó al estudio de textos místicos, a la traducción de la Biblia hebrea al alemán (esto ayudado por su capacidad de ser multilingüe: hebreo, yidis, alemán, francés y polaco). Luego de ser reconocido con varios premios por su labor y defensa del ser humano en general, se retira a Israel para morir en su Jerusalén querida.

En esta entrega queremos compartir algunas de sus frases contenidas en uno de sus libros más emblemáticos “YO Y TÚ”:

“El hombre que tiene experiencia de las cosas no participa en absoluto del mundo. Pues es “en él” donde la experiencia surge, y no entre él y el mundo”

“El Tú viene a mi encuentro. Pero soy yo quien entro en relación directa, inmediata, con él. Así la relación significa elegir y ser elegido; es un encuentro a la vez activo y pasivo”.

“La relación con el Tú es directa. Entre el Yo y el Tú no se interpone ningún sistema de ideas, ningún esquema y ninguna imagen previa…todo medio es un obstáculo”.

“El presente…sólo existe si hay presencia, encuentro y relación. La presencia nace cuando el Tú se torna presente…en la medida que el hombre se satisface con las cosas que experimenta y utiliza, vive en el pasado, y su instante está desnudo de presencia. Sólo tiene objetos, y los objetos subsisten en el tiempo que ha sido”.

“A los sentimientos se los “tiene”; el amor es un hecho que “se produce”. Los sentimientos habitan en el hombre, pero el hombre habita en su amor. El amor es un sentimiento que se adhiere al Yo de manera que el Tú sea contenido u objeto; el amor está entre el Yo y el Tú. Quien no sepa esto, y no lo sepa con todo su ser, no conoce el amor, aunque atribuya al amor los sentimientos que experimenta, que siente, que goza y que expresa. El amor es una acción cósmica”.

“Entre el Yo y el Tú hay reciprocidad de dones: le dices Tú y te das a él; él te dice Tú y se da a ti. No puedes con nadie entenderte a su respecto. En el encuentro con él, estás con él solo. Pero él te enseña a encontrarte con otros y a sobrellevar el encuentro. Por el favor de sus apariciones y por la solemne melancolía de su partidas, te conduce hasta el Tú en el cual las líneas paralelas de las relaciones se encuentran. Nada hace para conservarte la vida; sólo te ayuda a atisbar la eternidad…”

¿Quién no siente necesidad de encuentro, de fraternidad, de eternidad, al leer estas simples frases? En realidad la simpleza disfraza la profundidad de un hombre comprometido con el ser humano, no sólo aquél con el cual convivió sino con los hombres y mujeres de todos los tiempos. Necesitamos que el cambio que aún es posible se inspire en ideas de hombres como Buber que supieron sobrellevar el horror de la guerra y la exclusión y que lograron, proféticamente, adelantarse a un tiempo donde las “cosas” y los “objetos” se interpondrían entre cada ser humano, impidiendo así su necesaria relación. En una época del consumismo, donde terminamos cosificando las relaciones, necesitamos generar espacios nuevos de encuentro, de diálogo, de dejarnos maravillar por la vida del otro, de darnos cuenta de que nuestra vida es tan rica que puede inspirar a otros. Todo ello en contra del culto a sí mismo actual del hedonismo y el individualismo. El mundo grita por un encuentro, el planeta nos necesita unidos en un mismo movimiento donde el ser humano renueve su vínculo consigo mismo, con la naturaleza y que retome su camino hacia lo trascendente: hacia Dios”.

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