El país está protagonizando una realidad preocupante y que urge tratarla: el sobreendeudamiento.
Compartimos la columna para Sociedad Uruguaya de Adriana Besso, consultora en los derechos del Consumidor quien aborda esta problemática, asunto del cual, no se puede mirar para el costado.
Sobreendeudamiento del Consumidor que se ha comenzado hablar, pero lamentablemente nada se hace! ¿Porque será? si afecta a la masa mas importante que son los consumidores
Uno de los temas que nos debe de preocupar en la actualidad es el referido al sobreendeudamiento del deudor civil, en el 2024 aproximadamente 800 mil personas estaban en “default” y no podían pagar sus deudas con el sistema financiero, según advirtió una investigación realizada por la Universidad de la República, realizada en base a datos aportados por el Banco Central del Uruguay (BCU) y el Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Y, en el 2025 durante los últimos meses después de la reestructura de los bancos sumo 150.000 deudores más volviendo a ingresar a la categoría 5 del BCU. Como también un estudio por el BCU nos muestra que más del 40% de los jóvenes deudores son considerados irrecuperables debido a su dificultad en la capacidad de pago, de acuerdo a un informe sobre endeudamiento entre personas de menos de 30 años , y además el relevamiento, que toma datos de la Central de Riesgos Crediticios (CRC) del BCU, muestra además que la mayor parte de los deudores jóvenes con dificultades tienen deudas de crédito al consumo con Empresas Administradoras de Crédito.
Este año se volvió a incrementar en 1,1% el endeudamiento en los consumidores en relación con sus ingresos según el Reporte del Sistema Financiero del BCU, y, particularmente, llega a un 10% de aumento en el último año. En aquellos que se han visto imposibilitados de abonar préstamos. El endeudamiento del consumidor se define como un estado de exceso de deudas, que no implica necesariamente el incumplimiento de sus obligaciones que llevan a situaciones de ingresos insuficientes para cubrir necesidades básicas. La condición del consumidor sobreendeudado se da por encontrarse en crisis o bancarrota, siendo que su salario se ve mermado con retenciones diversas, resultando el remanente insuficiente para solventar sus necesidades vitales diarias. Al menos el consumidor carece de activos y si los posee, éstos son mínimos y su capacidad económica para generar ingresos y/o retribuciones de su trabajo son insuficientes para una vida digna. El sobreendeudamiento se desencadena cuando el consumidor contrae una serie de obligaciones crediticias que al final del mes no puede pagar con sus ingresos mensuales. Hay que hablar de préstamos responsables. Muchas veces se otorgan créditos sin analizar la situación económica del solicitante. El sistema debe hacerse cargo de eso ya que, el escenario actual que predomina es de una fuerte oferta de créditos y una inducción al endeudamiento. Es así como es posible identificar estadios iniciales en los cuales el acceso al crédito estaba relacionado con el acceso a la vivienda – y de allí el auge de bancos e instituciones financieras principalmente del Estado que entregaban préstamos con garantía hipotecarias a plazos extensos y con tasas de interés que podríamos llamar “sociales” -, los cuales dieron pie luego a un escenario muy diferente, primero con el constante aumento de la masividad del acceso a las tarjetas de crédito, un mundo al que unos treinta años atrás sólo accedían los estratos sociales con ingresos medios altos y altos, y que hoy ha derivado en la entrega indiscriminada de plásticos y al nacimiento de tarjetas emitidas por comercios o redes comerciales que financian las compras en las tiendas, o supermercados. Este fenómeno está asociado de manera directa al aumento del riesgo de endeudamiento dentro de parámetros que podríamos denominar alarmantes. En este cuadro el bienestar de los consumidores se pone en riesgo al producirse situaciones peligrosas como son las relacionadas con el sobreendeudamiento de las personas y de las familias, lo que conlleva a crisis sociales tanto en el ámbito privado como en el público. Necesito hacer las compras para la semana y me dispongo a revisar cuánto dinero tengo en efectivo y me doy cuenta que no tengo lo suficiente, ante esta situación decido utilizar mi tarjeta de crédito y me dirijo al supermercado para hacer las compras necesarias, yo sé que lo voy a pagar, dentro de 15 o 20 días dependiendo de las fechas, y no me es imposible llegar a hasta el día que me depositan mi sueldo; sin embargo, no me había dado cuenta que mi recibo de luz había llegado y lo debo pagar, otra vez utilizo mi otra tarjeta de crédito, continuo utilizando otros medios de crédito financieros hasta llegar a un sobreendeudamiento por consumo. El ejemplo recreado nos introduce al tema principal de la rehabilitación financiera de los consumidores y usuarios sobreendeudados por créditos de consumo. O también otro caso que está sucediendo y se ve con mucha frecuencia.
Es cuando una persona toma un préstamo para pagar otro, y luego necesita un tercero para cubrir el anterior. Esto genera una cadena de deudas que se vuelve insostenible porque el salario no alcanza para cubrir las cuotas.
El consumo exacerbado, es incluso respaldado y potenciado por la publicidad, que invade la sociedad desde cualquier medio de comunicación, promoviendo el continuo consumo. Esta sobreproducción descontrolada y la vorágine consumista, no sólo han afectado en el ámbito político, económico y social, sino que además comienzan a intervenir hasta en aquellos aspectos tan vitales como lo son el medio que sostiene la vida humana- el medio ambiente- Evidentemente que es como un círculo vicioso, la persona a veces no tiene esa libertad, es muy fácil criticar al otro y decir, ¿para qué pediste un préstamo? Porque de repente en ese momento lo necesité y estaba seguro que lo iba a poder pagar, pero quizás luego me fue mal, me enfermé o perdí mi trabajo, me divorcie, tuve un accidente, entre otros. Pero también tenemos el grado de control por parte del deudor, las causas de excesivo endeudamiento suelen dividirse en activas (exceso de créditos, mala administración, gastos domésticos y exceso de cobros) Este fenómeno potencia la vulnerabilidad del consumidor, pero más aun cuando los afectados sean personas físicas que pueden ubicarse dentro del grupo caracterizado pasivo o subconsumidores o consumidores particularmente débiles. Y ahí esa persona no tiene idea de cómo poder salir. Si bien la literatura económica enseña que el sobreendeudamiento surge usualmente de una combinación de factores, el desempleo y la enfermedad presentan una gran incidencia. De lo anterior se desprende que, mayoritariamente, el sobreendeudamiento es pasivo. De esta forma, de acuerdo a los datos disponibles el sobreendeudamiento aparece como un problema cuyo origen generalmente escapa de la esfera de control del deudor y, sus efectos también superan esa esfera individual.
A nivel internacional, existe consenso en que el sobreendeudamiento es un problema que excede el ámbito de las finanzas individuales. La impotencia de un deudor para cumplir con sus obligaciones crediticias repercute negativamente en su salud física y mental (ansiedad, stress, depresión, hipertensión, entre otras manifestaciones). Fuera del ámbito individual, el sobreendeudamiento afecta negativamente al entorno directo del deudor (cónyuge e hijos, especialmente), no sólo por la imposibilidad de desarrollar una vida normal a consecuencia de la falta de medios materiales, sino por la propia aflicción al contemplar las dificultades personales del deudor. Es nuestra opinión se venía vislumbrando que de esta crisis aumentó con la pandemia no es ajeno, como indicador y como dato de la realidad el hecho del aumento descontrolado y desbalanceado del crédito. Si bien ya venía de otras crisis, pero aquí el sistema financiero ha salido a ofrecer todo tipo de préstamos al consumidor de todas las maneras posibles. Es más, está en la génesis y en el basamento de ella que se haya abusado de la oferta de créditos a los consumidores sin contrapartidas necesarias y hasta obligatorias: información adecuada, represión de prácticas abusivas y de violaciones a derechos básicos de los consumidores, ordenamiento del mercado y, sobre todo, control de las actividades de bancos y de empresas financieras, avance en la legislación protectora de los derechos de los consumidores en relación a sus finanzas y en la solución de los problemas de endeudamiento y sobreendeudamiento. Es fundamental que se entienda que detrás de promedios y estadísticas hay personas, que ninguna mano invisible del mercado vendrá a poner orden y a encausar su derrotero, sino que serán las acciones concretas y correctas de aquellos que tienen la responsabilidad de conducir los destinos de los países y del mundo lo que hará que el bienestar de los consumidores sea una realidad y no una mera quimera.
La solución no es judicializar. Necesitamos un sistema ágil que permita quitas, reconsideraciones de intereses y planes de pago realistas. Lo contrario solo agrava la exclusión y la pobreza.
Es indispensable implementar acciones que promuevan un crédito responsable o sea, que se concede con criterios correctos y racionales, donde el consumidor puede hacer una elección que cuente con información clara sobre las condiciones y las consecuencias no sólo de lo que implica asumir un crédito sino también de lo que este significará para el futuro de esa persona o familia, y donde existan mecanismos que permitan que las personas puedan salir de situaciones extremas que afecten su ámbito familiar, laboral y social.
En este último sentido, es imperioso que de la misma manera en que se ha expandido la oferta de créditos y se ha potenciado por parte de los estados y de la banca y el comercio esa oferta, existan también mecanismos que auxilien y pongan a salvo de situaciones que se generen por el uso inconveniente de esos créditos, ya sea a través de amplios programas de educación e información a los consumidores como de legislación que los ampare cuando esas infortunadas situaciones acaecen.
La información que actualmente reciben los consumidores en relación con los créditos de consumo proviene casi exclusivamente de los datos y la publicidad que realizan los bancos y otras entidades financieras. Se trata de una información que, en muchos casos, es poco clara y carece de la objetividad, transparencia y suficiencia que exigen las leyes de protección del consumidor. Si a la ausencia de una información responsable se agrega la insuficiente oferta de programas o políticas que se orienten a capacitar al consumidor en aspectos relacionados con el manejo de sus finanzas y del presupuesto familiar, es evidente que estamos ante un cuadro donde la posibilidad que un consumidor llegue a situaciones de endeudamiento insostenible tiene una alta probabilidad.
Otro elemento importante es que hay una irregularidad en los controles o una inconsistencia en las prácticas de control porque no tenemos políticas proactivas por parte de las autoridades o ninguna regulación eficiente. Al contrario, nosotros escuchamos hablar en nuestros países de «autorregulación» del sistema financiero. Tenemos que establecer un diálogo permanente con el Estado y el sistema financiero. Esto no lo va a solucionar solo el trabajo nuestro o de la sociedad civil. Un crédito responsable, que tiene que ver con la acción de tres actores, el Estado, los consumidores y el sistema financiero, y en la promoción de leyes de insolvencia familiar.
Lograr un CONSUMIDOR SATISFECHO; un individuo que recibe lo que necesita, que entiende sus derechos y obligaciones, puede pagar por el servicio que le ofrecen y que se ajusta a sus necesidades, que recibe buen trato y está protegido.
Los consumidores tienen derechos en materia financiera, entre ellos, derecho a las cuentas claras, y cobros justos, a cobranzas extrajudiciales que respeten la ley, a contratos que no contengan cláusulas abusivas, y a conocer el costo final de lo que terminarán pagando por un crédito para poder elegir entre las diferentes ofertas u opciones que entrega el mercado, todos los derechos contenidos en las leyes sobre Protección al Consumidor en materia crediticia.
Urge el tratamiento del sobreendeudamiento, proteger a este consumidor que es una persona doblemente vulnerable, primero como consumidor y segundo como sobreendeudado.
Indistintamente de cuál sea el modelo que se adopte, sea que se tutele al consumidor otorgándole un nuevo inicio económico, sea que se procure hacerlo pagar las deudas contraídas sin afectar su subsistencia durante ese tiempo, es menester adoptar una postura sobre el tema, que permita definir cuáles van a ser las herramientas a utilizarse, cómo deberán ser utilizadas, y aplicadas finalmente.
Adriana Besso.
Consultora en los derechos del Consumidor
