(Información suministrada por Agenda Radical).

Eduardo Galeano, uno de los escritores más profundos y comprometidos con la realidad del mundo y de sus pueblos, es ampliamente conocido por su obra clásica «Las venas abiertas de América Latina», editada hace ya más de 25 años. Sin embargo, esa obra no fue una culminación, sino más bien el punto de partida de una actividad sin descanso ni claudicaciones por un mundo libre y equitativo, que se refleja en los muchos otros trabajos publicados desde entonces y, más importante aún, en su permanente compromiso con la gente y el ambiente del que todos dependemos.

Además de su condición de latinoamericano y ciudadano del mundo, Galeano es de nacionalidad uruguaya, lo que lo llevó a involucrarse activamente en la lucha contra la instalación en Uruguay de gigantescas fábricas de celulosa destinadas a alimentar el consumo insustentable de papeles y cartones en los países del Norte. Los dos proyectos de fábricas -de la finlandesa Metsa Botnia y la española Ence- se abastecerían de monocultivos de eucaliptos implantados en territorio uruguayo, sobre los que Galeano ya tenía una opinión muy clara en 1994 cuando en su libro «Úselo y tírelo» decía:

«Pero resulta que los banqueros han abandonado la usura para consagrarse a la ecología, y la prueba está: el Banco Mundial otorga generosos créditos para forestación. El Banco planta árboles y cosecha prestigio en un mundo escandalizado por el arrasamiento de sus bosques. Conmovedora historia, digna de ser llevada a la televisión: el destripador distribuye miembros ortopédicos entre las víctimas de sus mutilaciones.

En estas nuevas plantaciones madereras, no cantan los pájaros. Nada tienen que ver los bosques naturales aniquilados, que eran pueblos de árboles diferentes abrazados a su modo y manera, fuentes de vida diversa que sabiamente se multiplicaba a si misma, con estos ejércitos de árboles todos iguales, plantados como soldaditos en fila y destinados al servicio industrial.

Las plantaciones madereras de exportación no resuelven problemas ecológicos, sino que los crean, y los crean en los cuatro puntos cardinales del mundo. Un par de ejemplos: en la región de Madhya Pradesh, en el centro de la India, que había sido célebre por la abundancia de sus manantiales, la tala de los bosques naturales y las plantaciones extensivas de eucaliptos han actuado como un implacable papel secante que ha acabado con todas las aguas; en Chile, al sur de Concepción, las plantaciones de pinos proporcionan madera a los japoneses y proporcionan sequía a toda la región. El presidente del Uruguay hincha el pecho de orgullo: los finlandeses están produciendo madera en nuestro país. Vender árboles a Finlandia país maderero, es una proeza, como vender hielo a los esquimales. Pero ocurre que los finlandeses plantan en el Uruguay los bosques artificiales que en Finlandia están prohibidos por las leyes de protección a la naturaleza».

En 2003 («Bocas del tiempo») describe con gran claridad la sustitución de bosques por plantaciones: «Los bosques nativos abren paso a los bosques artificiales. El orden, orden militar, orden industrial, triunfa sobre el caos natural. Parecen soldados en fila los pinos y los eucaliptos de exportación, que marchan rumbo al mercado internacional.

Fast food, fast wood: los bosques artificiales crecen en un ratito y se venden en un santiamén. Fuentes de divisas, ejemplos de desarrollo, símbolos del progreso, estos criaderos de madera resecan la tierra y arruinan los suelos.

En ellos, no cantan los pájaros.

La gente los llama bosques del silencio».

El destino final de la mayoría de esos monocultivos de árboles es la producción de celulosa. Dentro de la estrategia de la industria papelera, el primer paso es la producción de materia prima barata en el Sur para la producción de celulosa y papel en el Norte. El segundo paso es el traslado de la parte más contaminante del proceso -la producción de celulosa- a los países del Sur. Esto es lo que actualmente está aconteciendo en Uruguay y contra lo cual se alza Galeano.

En el año 2005 se instaló en Uruguay el primer gobierno de izquierda en la historia del país, con el apoyo de más del 50% de la población. Para sorpresa de muchos, una de sus primeras decisiones consistió en dar su total apoyo a los dos proyectos de plantas de celulosa aprobados durante el anterior gobierno conservador. Galeano se contó entre los sorprendidos y en un acto público realizado en Montevideo el 27 de mayo de 2005 en oposición a las plantas de celulosa dijo:

«Quiero empezar por hacer un par de aclaraciones. Algún diario publicó y algunas radios reprodujeron la noticia de que esta noche yo iba a encabezar una marcha contra el gobierno. Bueno, ni encabezo ninguna marcha -porque yo no encabezo nada, no nací para encabezar- ni esta concentración es una concentración contra el gobierno. Yo diría que al revés, esta concentración está alimentada por una esperanza colectiva, una esperanza que compartimos todos de que el gobierno escuche otras voces y no sólo las voces que lo urgen a tomar decisiones apuradas en relación con temas fundamentales que son importantes para el país. Porque hay decisiones que toman 15 minutos o 20 pero después tienen consecuencias durante siglos.

Y ahora se da como un hecho consumado que el gobierno aprobó o puso su visto bueno a la instalación de las plantas de celulosa en Fray Bentos.

Lo que nosotros habíamos solicitado en un manifiesto que firmamos [http://www.guayubira.org.uy/celulosa/carta.html] y lo que después hemos subrayado una vez y dos, y veinte veces, es la necesidad de que antes de tomar una decisión que nos parece grave y que puede implicar el envenenamiento del río y la reducción del poco humus que nos queda en la tierra, esto que va a pudrir las aguas y secar las tierras, que no es de ninguna manera obra de la imaginación sino que es la enseñanza triste que han dejado las fábricas de celulosa por la experiencia ya realizada en tierras vecinas sobre todo, en Chile, en Argentina; bueno pues, que se escuchen esos testimonios y que antes de tomar una decisión se piense mucho en lo que se va a hacer. Que se escuchen voces diversas porque esto de las voces diversas al fin y al cabo es también una tradición del Frente. El Frente Amplio [la coalición actualmente en el gobierno y de la que Galeano siempre formó parte] se llama amplio por eso, porque nació queriendo ser amplio; una conjunción de conciencias unidas bajo banderas comunes pero que vienen de lugares diversos y que pueden tener opiniones diversas.

Alguien dijo, no sé si Artigas -probablemente Artigas [héroe nacional de Uruguay]- que la contradicción es la única prueba de la libertad. Pero yo además creo que la contradicción es la prueba de la vida, porque la vida es contradictoria y no hay que tenerle miedo.

Nosotros tenemos la certeza también abonada por la experiencia histórica de que cuando se confunde la unidad con la unanimidad no se llega a buen puerto porque no existe una verdad única, sino una suma de verdades que resultan de la contradicción de las muchas verdades que la verdad contiene.

Entonces, no le tenemos miedo a la contradicción y no nos importa, realmente no nos importa que nos llamen traidores por discrepar.

¿O acaso hemos vuelto a los tiempos de la Santa Inquisición y ahora nos van a quemar con leña verde, por creer que alguna de las medidas que el gobierno está tomando son equivocadas o apresuradas?

No compañeros, yo creo que hay que reivindicar el derecho a la divergencia dentro de la confluencia y que esa es nuestra mejor manera de ayudar al gobierno a gobernar.

¿Por qué?

Porque este gobierno no nació de la oreja de una cabra y no fue votado por un señor que se llama mercado, que parece que es el que nos está tomando los deberes.

Porque ahora se dice: No, lo que pasa (me lo dicen amigos, gente querida, compañeros que quiero), me dicen: Eduardo, vos no entendés que el mercado está satisfecho. Les digo: ¿El mercado? Me dicen: esto no, porque el mercado no quiere.

¿El mercado? Y pregunto: ¿y ese Sr. Mercado es uruguayo? ¿Tiene Credencial Cívica? ¿Votó? ¿Fue votado? ¿Quien votó por el Sr. Mercado?

El Frente Amplio no tiene que rendir cuentas al Sr. Mercado pero si está obligado a rendir cuentas al pueblo que lo votó.

En estos días, en estos tiempos, estamos viviendo -yo creo no sólo el Frente, el gobierno, sino el país todo- tiempos muy difíciles. Sin duda que el gobierno ha heredado un país hipotecado, endeudado hasta la manija, cuyos márgenes de soberanía se han estrechado, se han hecho cada vez más angostitos. Y entonces se vive un clima en el cual es muy difícil decir algunas cosas, y yo lo comprendo.

Comprendo que pueda haber sectores de la población, como ahora ocurre con algunos sectores en Fray Bentos, que estén contentos con la idea de que van a trabajar. Porque este es un país desmantelado, donde el trabajo se ha convertido lamentablemente en un privilegio de pocos. Entonces la defensa ecologista del medio, de la tierra, del agua y también de la salud humana parece una cosa de marcianos. Porque se vive un clima semejante al de aquella película (probablemente algunos de los que están acá la vieron) «Bienvenido Mr Marshall», en la que había un pueblo español enloquecido porque venía Mr. Marshall que iba a traer la plata, o sea, las inversiones, que es otra cosa de la que hablan ahora los expertos todo el tiempo, día y noche.

Hablando de las inversiones, me hace acordar al episodio aquel, que vivimos no hace mucho, no recuerdo exactamente, cuando buena parte de este país quedó enferma de tortícolis por mirar al cielo esperando el avión que iba a traer los 3 mil millones de dólares que habían sido prometidos por un embajador de los Estados Unidos que es muy meterete, que por cierto ahora está urgiendo al Parlamento que apruebe una ley de inversiones que contiene cláusulas coloniales humillantes para el país.

Este señor meterete no se ha enterado de que el país cambió, porque la gente votó para que el país cambiara, y cosas que antes resultaban normales, humillaciones aceptadas como costumbre en tiempos del poder blanquirado, colorando [referencia a la alianza de los partidos conservadores Blanco y Colorado], ahora ya pasan a ser ofensas graves a la dignidad nacional recuperada.

Y yo creo que es no sólo nuestro legítimo derecho sino también nuestra obligación, nuestro deber, recordarle a este gobierno que muchos sentimos que es nuestro gobierno, recordarle que la dignidad es su obligación principal y que no se equivocó aquel jefe [José Artigas] que dijo:

NO VENDEREMOS EL RICO PATRIMONIO DE LOS ORIENTALES [uruguayos] AL BAJO PRECIO DE LA NECESIDAD

Artículo compilado por Ricardo Carrere, Coordinador Internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales. http://www.wrm.org.uy

Fuentes: «Uselo y tírelo. El mundo del fin del milenio visto desde una ecología latinoamericana», Buenos Aires, Planeta, 1994

«Bocas del Tiempo», Buenos Aires, Catálogo, 2003

Eduardo Galeano, fábricas de celulosa y Día del Medio Ambiente, Grupo Guayubira, 2005 http://www.guayubira.org.uy/celulosa/Galeano.html