Compartimos la opinión en Facebook del senador colorado Ope Pasquet, titulada Caso AMIA: terrorismo globalizado.

El 18 de julio se cumplirá  un nuevo aniversario del atentado terrorista perpetrado en Buenos Aires, en el año 1994, contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). La detonación de un auto-bomba atiborrado de explosivos causó la muerte de 85 personas e hirió a más de 300. Fue un acto terrorista típico: dirigido indiscriminadamente contra la población civil –hombres, mujeres, niños, ancianos, sanos, enfermos, judíos y no judíos-, por motivos y con propósitos que los responsables del acto criminal ni siquiera se molestaron en declarar, aunque más no fuera para guardar esa mínima forma de respeto a la vida que consiste en explicar las razones por las cuales alguien se arroga el derecho de ponerle fin.

En 1994 era presidente de la República Argentina el Dr. Carlos Saúl Menem. Quizás por efecto de la indignación, dijo ante el bárbaro crimen que sus autores –en aquel momento, desconocidos- deberían ser castigados con la pena de muerte. Desde el Uruguay que ya en 1918 estampó en su Constitución la prohibición de  la pena de muerte, en cambio, el entonces presidente del  Comité Central de la Comunidad Israelita local, Cr. Saúl Gilvich, tuvo la lucidez y el coraje de ratificar la vigencia del bíblico “no matarás” en el acto que su colectividad realizó en la sede de la calle Canelones, al día siguiente de la tragedia. Pasaron muchos años,  pero actitudes como las del Cr. Gilvich no deben olvidarse. Es en la hora de la prueba y el dolor, cuando tiene mayor valor el sostenimiento de las convicciones que definen el carácter de una nación.

Aquella indignación inicial del Dr. Menem  no se tradujo, como es sabido, en una actuación diligente de su gobierno tendiente a identificar a los responsables del atentado. Fue muchos años después, y ya durante la presidencia de Néstor Kirchner, que las autoridades argentinas impulsaron la investigación y siguieron las pistas del crimen hasta  que ellas las condujeron a funcionarios importantes del gobierno de Irán; el mismo gobierno que niega el derecho a la existencia del estado de Israel. La captura de los sospechosos fue requerida por INTERPOL, pero las autoridades iraníes se negaron –y siguen negándose- a dar cumplimiento a lo solicitado por esta agencia.

De manera tan inesperada como cruel y brutal, pues, el conflicto del Medio Oriente causó muertos y heridos en el Río de la  Plata. El hecho demuestra la necesidad de que aún países tan lejanos de aquella región como lo son los de esta parte del mundo, presten la mayor atención a cuanto allí ocurra. La acción terrorista no respeta fronteras ni distancias, por lo que todos los Estados comprometidos con la democracia y el respeto por los derechos humanos, deben cooperar –siempre conforme a Derecho- para prevenirla, combatirla y derrotarla.

Que el nuevo aniversario del crimen de la AMIA sea ocasión para reflexionar acerca de estos aspectos peligrosos e insoslayables de la realidad internacional.

OPE PASQUET