Compartimos la columna de opinión del edil Juan Curbelo (Alianza Nacional) que lleva como título “Crisis de valores o Crisis de Valoraciones”

“Los valores no se inventan ni se acuñan, son simplemente descubiertos; van apareciendo con el progreso de la cultura, en el ámbito cultural del hombre” (Max Sheler).

¿Qué tema? Hoy más que recurrente. Se dice que cada individuo estructura su propia escala de valores dentro de un modelo familiar que es parte celular de una sociedad más amplia. Es en la infancia donde son determinantes aquellos que los padres comulgan, estructuradores de la personalidad y de las primeras relaciones humanas. Sin embargo, con el pasar de los años, son los amigos, la familia, los maestros, los medios de comunicación y muchos otros agentes más que van configurando, moldeando, modelando lo que se define como valores.

Para muchos hoy vivimos una época de cambio. Como dicen los filósofos contemporáneos, “en el campo del valor moral, eso significa que ésta es una época en la que se duda mucho sobre qué”. Esto algunos lo definen como “Crisis de valores” y otro como “Crisis de valoraciones”. Y no es un juego de palabras, es un paradigma de nuestra sociedad actual. ¿Cómo definimos crisis? Como “cambio notable en el curso de algo”, “momento decisivo o difícil”, “juicio que se hace de algo”. Y Valoración: “acto o acción de valorar”.

Por lo tanto “crisis de valores” significaría que el hombre moderno no busca valor alguno, que vive sin valores, que todo le da igual”. Y “crisis de valoraciones” significaría que el acto de valorar esto o lo otro está pasando por un momento difícil porque no sabemos bien qué valores buscamos y queremos; antes decíamos y apreciábamos mucho unos valores determinados y ahora otros distintos.

Los valores están ahí siempre, en las cosas o en las acciones humanas; por eso no se puede hablar con rigor de crisis de valores. Las personas anteponen unos a otros. Parecería en nuestro tiempo hablar de crisis de valoraciones, y eso caracterizaría además, distinguir una época a otra. Así escuchamos a nuestros padres decir: “antes las cosas…..” o a nuestros hijos: “ahora nosotros pensamos…..”. Épocas distintas, valoraciones diferentes. Ni mejores valores, ni peores. Distintos.

Así como los valores actúan como esquemas o apoyaturas para guiar nuestra conducta, actuamos en función de ellos.

Luego de presentar esta reflexión más teórica en la cual hemos basado nuestras ideas y apoyado por diferentes autores, me gustaría centrarme en el hoy.

La realidad política no escapa a ello. Desde nuestros pensamientos e ideas hasta nuestro accionar subyacen esquemas de valores.

Hoy vivimos una sociedad fragmentada por muchos temas. La familia como tal se encuentra fragmentada. Y desde allí es donde encontramos muchas de las causas en esta crisis de valoraciones.

El Uruguay ha tenido momentos históricos relevantes, contundentes, desafiantes, difíciles. Sin embargo ha sabido sobrevivir a los aciertos y también a los fracasos en todos los órdenes.

Hoy impera en nuestra sociedad una visión ideológica permeable a una circunstancial visión de la vida y de los acontecimientos históricos sociales. Y eso no es casualidad. Las preguntas y respuestas de lo que estamos viviendo como sociedad y país se ven tamizadas por esta interpretación ideológica que convive con valores de los cuales los uruguayos en general no compartimos. Sigilosamente, escondidamente, transversalmente se viene imponiendo una interpretación de la realidad y del mundo que sucumbe las raíces de nuestra identidad. La conducción intencional de la interpretación del mundo con valores que nos son ajenos ha sido tan inteligente como perversa. El Frente Amplio ha intentado realizar un cambio ideológico tan fuerte que muchas personas lo han identificado, analizado, advertido y denunciado. No menos cierto que otros lo han asumido sin la más necesaria actitud reflexiva. Lo asumieron como natural y lógicamente veraz.

Pongamos algunos ejemplos. El Frente Amplio ha sabido atesorar la relatividad de las cosas. Al final y al cabo todo está bien. SI los signos evidentes de la Flexibilidad como valor son: ceder la palabra, rectificar la opinión, pedir disculpas, aceptar los consejos y recomendaciones, el Frente Amplio ha sabido adjudicar a los que opinan distintos o elevan propuestas diferentes como los rotulados de derecha, los subordinados al poder extranjero, los de la oposición, los “malos”, los que no quieren los cambios ¿cuáles? Así la flexibilidad como valor fue modificado por la Intransigencia como conducta natural.

Nos han inculcado que la fuerza en la aplicación de la ley lleva a la violación de los Derechos Humanos y así, represión es una palabra prohibida aunque ello implique la defensa de valores como la vida. Por lo tanto respeto a la ley se ha modificado por “da lo mismo todo, igual…”

El propio valor a la vida. Cuando Mujica llamaba a un mes de reflexión sobre la convivencia y la vida y decía que no había aprecio por la vida, yo me preguntaba ¿por qué su bancada de legisladores insiste reiteradamente en la despenalización del aborto? Es que la vida tiene una fecha de comienzo, como un programa informático. ¿No se considera vida desde el nacimiento? O también la izquierda tiene la arrogancia de imponer fecha a la vida. No pretendo ni quiero creer que esos nonatos como no votan no importan y alegamos derechos de la mujer sobre su propio cuerpo como fundamento intransigente de defensa al principio “pars viscerum matris”.

La solidaridad como valor dignificante y dignificado empieza y termina, según la visión del Frente Amplio con una contrapartida llamada IRPF. En el Uruguay tener es un pecado y a esos la sabiduría de la ciencia económica debe actuar sobre ellos. La clase media ya no es un problema. En la izquierda igualar hacia abajo es signo de equiparación. En tanto todos tengamos lo mismo, igual hacia abajo es norma. Y lo hemos visto en muchos aspectos. Pensemos en el PET (Tomografía por emisión de positrones), cuando no se autorizaba su instalación hasta tanto Salud Pública no pudiera comprar dicha tecnología y prohibía al mutualismo su aplicación. El concepto igualdad, equiparación, equilibrio son dogmatizados para aplicar una principio de la izquierda que mira hacia abajo porque el horizonte los interpela, señala y les asoma una realidad distinta.

La definición de solidaridad como actitud altruista y generosa alentada por los filósofos termina siendo la imposición de una visión limitada de la cual algunos pagan por los demás. Eso más que solidaridad termina siendo obligatoriedad. Para el FA ser solidario es desprenderse obligado por el Estado, concepción que genera lo contrario a la solidaridad: espíritu egoísta, desgana y la búsqueda de excusas para la insolidaridad.

La capacidad de sacrificio y esfuerzo también fue estigmatizada por la visión ideológica del Frente Amplio. Así muchas personas prefieren trabajar menos con tal de no pasarse de las franjas del IRPF o AFAP. Cuantas menos horas trabajemos menos nos descuentan y así otros ingresan al mercado laboral. Círculo vicioso que no fomenta ni genera la proactividad, visión retrógrada y con una mira que obstaculiza la capacidad de superación y entrega. Es una actitud permanente de nivelar hacia abajo que asusta. ¿Cuántas personas prefieren quedarse en su casa para que el Estado Benefactor los ayude? Las personas se fueron acostumbrando a los planes de emergencia y equidad, necesarios en su momento, pero el gobierno no pudo, fue vencido cuando los beneficiarios tenían como contrapartida el trabajo solidario. Solidaridad en la teoría y Egoísmo en la práctica. ¿Qué dualidad que nos tiene acostumbrado el Frente Amplio: pretende solidaridad y recoge egoísmo. El Frente Amplio tiene una dualidad del concepto solidaridad: para unos implica favorecer el todo, premisa socialista que se fundamenta en este concepto: “la sociedad es más que los individuos que la integran. El todo es mayor que la suma de las partes”. Sin embargo a los beneficiados cuando se les pidió el trabajo solidario no tuvieron la coherencia y fortaleza para sostenerlo. No tuvieron en cuenta el beneficio de la sociedad que los está apuntalando para la superación de la falta de dignidad como es vivir en la extrema pobreza, sin casa, sin comida, con necesidades básicas insatisfechas y del cual es un pecado mortal del Frente Amplio que, en casi 10 años de gobierno, con un incremento sustantivo de ingresos motivado por medidas económicas de impacto nacional y situaciones de benevolencia internacional no han sabido capitalizar y generar políticas sociales que beneficiara al todo sumergido en la línea de pobreza. Supieron instaurar la pobreza como concepto permanente y supieron capitalizar la pobreza como estigma de “la derecha”. ¿Cómo puede suceder que épocas de bonanza no hay casa para todos los que la necesitan? ¿Qué pasa con el Plan Juntos? ¿Falta de gestión? ¿Falta de capacidad? O Falta de vinculación entre teoría y praxis.

Así como en otros tiempos ser instruidos podía generar mentes pensantes y distorsionadoras del sistema, hoy nos encontramos frente a una educación que mira las estadísticas. Está de espalda porque no se atreve a ponerle el pecho. Los grandes teóricos de la izquierda se quedaron mudos, desconcertados y sin soluciones para una educación resignada, con recursos pero sin gestión ni planificación. El mayor presupuesto de la historia: los peores resultados.

Y la salud. Implementamos un sistema denominado FONASA, donde se hablaba de solidaridad e inclusión y donde hoy para pedir un especialista se debe esperar meses. Inclusión sin inversión en infraestructura termina siendo ineficaz. ¿Era muy difícil no pensar en esta ecuación?

Aquellos conceptos y argumentos esgrimidos: deuda externa, propiedad privada, imperialismo, han quedado superados por la realidad. Se nos quiso asustar y amedrentar. Hoy han sido sustituidas por Inclusión, Ciudadanía, Derechos humanos. Conceptos que siempre existieron, que siempre compartimos, pero que no son exclusivos del Frente Amplio. Han tenido la virtud de hacerlos propios. Sin embargo las incoherencias entre teoría y praxis, entre síntesis y antítesis, han comenzado a avizorar y traslucir que nos han querido “lavar el cerebro” y sus propias argumentaciones han fracasado. Tardaremos algunos años más en desenmascarar este sistema ideológico perverso que nos han querido imponer desde el silencio y el acostumbramiento. La mentira como argumento, el doblez de la argumentación como antivalores, la falsedad como operadora de la sencillez y la humildad del pensamiento.

La constancia, la crítica constructiva, mostrar la otra cara de la moneda, la persistencia de valores altruistas que no son medidos por la plata ni por la imposición, el esfuerzo, la tenacidad, la capacidad de superación, la búsqueda de la felicidad, los valores de siempre se irán acomodando, es volver a nuestra identidad cultural, nuestra idiosincrasia, valores arraigados y que el Frente Amplio ha querido cambiar de las bases de nuestra patria. Este sistema ideológico, por momentos anacrónico, atado al permanente pasado, con señales de resentimiento solo puede ser vencido con el respeto a la ley, a la Constitución, a las tradiciones, a los valores que siempre nos han reunido, a la Democracia y la República, al pensamiento artiguista que han sido interpretados subjetivamente para hacernos creer que las ideas del Prócer sólo se pueden leer gracias a los lentes de la izquierda. La falsedad de argumentación termina siendo como el mito, realidad. Pero el pasar de los tiempos también nos indica que algunas interpretaciones histórico – científicas terminan siendo momentáneas y superadas por la inteligencia y la racionalidad.

Edil Juan Curbelo.