Desde Junio hasta Septiembre se multiplican los planes culturales, gastronómicos y lúdicos que dan a conocer las tradiciones más arraigadas de este país latinoamericano.

Cuando en Europa aprieta el calor y las playas están abarrotadas, al otro lado del ‘charco’, en América del Sur, disfrutan de temperaturas frescas, entre los 10 y los 20 grados. Uruguay es uno de estos países que, de Junio a Septiembre aprovechando la temporada baja de sol y playa, viven una explosión artística, cultural y gastronómica sin igual que muestra al visitante lo mejor de la cultura charrúa, de la arquitectura colonial y de la gastronomía basada en deliciosos asados, dulce de leche y vino Tannat, entre otros manjares.

No es un invierno frío al uso. En Uruguay bajan las temperaturas, pero éstas casi siempre se mantienen entre los 10 y los 20 grados, con una sensación térmica suave y con momentos en los que el sol baña las majestuosas playas del Río de La Plata, creando una estampa maravillosa. Por ello, muchos viajeros europeos eligen este país latinoamericano para pasar unos días en verano, coincidiendo con las vacaciones de invierno que numerosos estudiantes uruguayos tienen estos días.

Durante los meses de Julio y Septiembre Uruguay saca a relucir su otra cara, más alejada del sol y la playa, y más tradicional. La cara de la gastronomía, de la cultura y el arte con diferentes propuestas para lugareños y visitantes. Entre estos reclamos destaca Montevideo. La capital de la República posee un casco antiguo de estética colonial con reminiscencias al Art Decó en multitud de edificios. El Mercado del Puerto, una antigua estación de trenes reconvertida en plaza gastronómica de primer nivel, deleitará a los más hambrientos con sus parrillas repletas de asado, pollos rellenos y otras delicias de la despensa uruguaya. De entre toda la oferta presente, destaca el Restaurante El Peregrino.

Coronando el casco antiguo de la ciudad está también la Plaza Matriz o Plaza de la Constitución, lugar en el que se halla el antiguo cabildo de Montevideo y la Iglesia Matriz o Catedral Metropolitana, que conserva los restos de personajes históricos para el país como Fructuoso Rivera, Juan Antonio Lavalleja o Venancio Flores.

Además, en el casco antiguo de Montevideo se encuentra el Museo del Carnaval y el Candombe, un lugar único en el que se encuentran piezas y testimonios de esta celebración universal que en Uruguay tienen un significado especial, ya que es el Carnaval más largo del mundo (dura 45 días). En este recinto se pueden encontrar piezas procedentes de Cádiz o Tenerife. Otro de los lugares singulares por recorrer es el mercado típico de Tristán Narvaja, ubicado en el barrio Cordón. La calle que pone nombre al propio mercadillo se extiende desde la Avenida 18 de Julio, la principal de Montevideo, hasta La Paz, y aloja numerosas librerías y tiendas de antigüedades. Los domingos, desde bien temprano, se llena de vendedores callejeros con todo tipo de productos artesanos y típicos.

Por último, y quizás lo más impactante para ver y para disfrutar practicándolo, en Montevideo hay numerosos restaurantes, clubes e incluso calles en los que se toca y baila el tango y la milonga. En la propia Avenida 18 de Julio se encuentra el Restaurante Facal, famoso por tener espectáculos de tango al lado de una fuente muy famosa en todo Uruguay: la fuente de los candados, que posee una leyenda que dice que si se coloca un candado con las iniciales de dos personas que se aman, éstas volverán juntas a visitarla y su amor vivirá por siempre. Otros de los clubes de culto para disfrutar de estos dos bailes típicos uruguayos son el Bar Fun Fun, justo por detrás del edificio de la Presidencia Uruguaya, en la Plaza de la Independencia, y El Milongón, en la calle Gaboto, una de las que alberga parte del Mercado de Tristán Narvaja.

Más allá de Montevideo, Uruguay también posee otros reclamos gastronómicos, culturales y artísticos de primer nivel. Entre los primeros se encuentran bodegas como las de Bouzá o Juanicó, espectaculares complejos donde disfrutar de las variedades de uva que se producen en este país latinoamericano tan fértil y entre las que se encuentra la uva Tannat, cuyo caldo es bravo y fuerte y sirve también para crear un licor de Tannat que es muy recomendable para tomar después de las comidas por sus propiedades digestivas.

Pero antes se debe tomar algo caliente; hay que recordar que en Uruguay en esta época del año es invierno. En el Hotel L’Auberge, en Punta del Este, el visitante podrá degustar waffles con dulce de leche más famosos de todo el país. Un edificio patrimonio del estado uruguayo alberga este establecimiento que, gracias al chef Charbonnier y sus dulces creaciones, es visita obligada.

Y si se habla de Punta del Este, hay dos must que sorprenden a vecinos y visitantes: el primero, José Ignacio, pueblo chic-pescador donde confluyen puestecitos humildes con collares de conchas y artesanías locales, embarcaderos de madera, tranquilidad y vegetación salvaje, con suntuosos palacios, yates de película y las playas más de moda de todo Uruguay. Rincón exclusivo pero a la vez natural y fresco, es el destino de peregrinaje de personajes conocidos en Latinoamérica durante el verano. Ahora en invierno es un remanso de paz y de paisajes bucólicos.

El segundo de estos lugares es la Casa Pueblo de Punta Ballena, a cinco minutos de Punta del Este. Residencia del famoso pintor Carlos Páez Vilaró, esta casa puede evocar a la forma de construcción de un maestro español como Gaudí, y el blanco de su fachada trae reminiscencias claras de las fincas imponentes de los Pueblos Blancos de Andalucía o a construcciones de Menorca o Formentera. Dentro, la inmensa y maravillosa obra del pintor uruguayo espera a los grandes amantes del arte.

Mención aparte merece Colonia del Sacramento, justo en la otra punta oeste del país. Una villa de carácter colonial portugués pegada al Río de La Plata, a tan solo 45 minutos en el buquebús de Buenos Aires, y que cuenta con una gran cantidad de elementos arquitectónicos tan interesantes e inménsamente identificativos que la Unesco la ha considerado Patrimonio de la Humanidad. El Faro de Colonia, la Puerta de entrada a la ciudad antigua, las calles empedradas jalonadas con faroles típicos y con casas de múltiples colores y, sobre todo, la famosa Calle de los Suspiros, conforman un conjunto histórico-artístico único para el visitante. Uruguay en invierno: variada, pasional y única.

Fuente: http://informaria.com