En el taller Compras públicas como motor del desarrollo productivo y social, el ministro Kreimerman analizó las políticas públicas sistémicas implementadas para favorecer esta herramienta que, bien utilizada, es clave para impulsar la innovación y la mano de obra nacionales. Ya existen instrumentos como la reserva de mercado, que asciende al 10% de las compras totales.

El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, expuso este miércoles en el taller Compras públicas como motor del desarrollo productivo y social, organizado por la Concertación Nacional para el Desarrollo Productivo y Social, que cuenta con la participación del PIT-CNT, la Universidad de la República (Udelar), la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay y diversas cámaras empresariales.

En el encuentro, realizado en la Torre Ejecutiva, disertaron también el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo; la presidenta de Antel, Carolina Cosse; el presidente de Ancap, Raúl Sendic; el rector de la Udelar, Rodrigo Arocena; el coordinador del PIT-CNT, Marcelo Abdala; el director de Compras de la Intendencia de Montevideo, Gustavo Cabrera; y José Saavedra, integrante de la Concertación Nacional para el Desarrollo Productivo y Social.

En su intervención, Kreimerman afirmó que en el mundo actual, cuya estructura económica cambia a pasos acelerados, no desarrollar capacidades productivas nacionales en algunos sectores no constituye la pérdida de una “oportunidad”, sino un “importante retroceso”.

Detalló que las políticas públicas se basan en un esquema de tres sectores productivos, todos ellos con elementos de innovación y valor agregado, pero con características diferentes.

El primero está conformado por los sectores de desarrollo tecnológico de base, fundamentales para el desarrollo productivo y con un fuerte contenido de innovación, que incluyen la informática, la industria electrónica, la biotecnología y la metalmecánica, entre otros. El segundo se constituye por sectores que son motores de crecimiento, como las agroindustrias; unidades productivas cada vez más integrales, que aprovechan insumos como las materias primas y energía, volcadas al mercado interno y el internacional. En tercer lugar se encuentran las industrias fuertemente descentralizadas y proveedoras de mano de obra, grupo que incluye a muchas mipymes.

El jerarca señaló que existen programas para los tres sectores, ya que las compras públicas son “válidas” para todos ellos, ya sea porque colaboran al desarrollo de su tecnología, o al de la mano de obra que emplean. Añadió que, además de los programas de compras públicas, existen políticas “imprescindibles” que los rodean, las que incluyen el acompañamiento y la financiación de estas empresas desde el sector público.

Herramientas

En este contexto, las compras públicas constituyen un “sistema de elementos”, en el que los instrumentos específicos no dan los resultados esperados si se utilizan aislados. El secretario de Estado destacó entre las herramientas consolidadas en esta administración el Programa de Compras Públicas para Mipymes, así como la reserva de mercado, constituida por el 10% de las compras totales -más de 500 millones de dólares-, que se suman al 20% por cada compra individual. La diferencia de precio facilita la posibilidad de compras nacionales, señaló el jerarca.

Kreimerman sostuvo que se han dado pasos positivos desde 2008: hoy se expiden más de 2.000 certificados mipymes anualmente, si bien no todos ellos terminan en compras públicas, indicó en rueda de prensa luego de su intervención.

A esto se suma la reserva de mercado y las preferencias de precios bajo ciertas condiciones. También informó que el Gobierno deberá examinar hasta qué punto las licitaciones de menores montos pueden quedar en manos de la industria nacional, siempre que conserven el balance precio-beneficio para el Estado.

No obstante, Kreimerman indicó que se requiere profundizar otras medidas, como el desarrollo de proveedores, un caso en el que Brasil es un ejemplo fuerte, ya que tiene “preferencias importantes, institucionalidad y desarrollo”. Sin embargo, el jerarca aclaró que Uruguay es, al mismo tiempo, un “ejemplo fuerte” para el país vecino, porque ha “logrado mantener las empresas públicas” en rubros estratégicos.

El ministro indicó que existen dificultades sobre las que trabajar. Por ejemplo, muchas empresas no tienen respuesta al volumen de compra solicitado, y otras enfrentan dificultades de financiamiento, gestión o informalismo. Para ayudar a enfrentarlas, se han ensayado soluciones en varios organismos del Estado, recordó el jerarca.

Por todo ello, “un programa de compras públicas basado solamente en la reserva y en el precio no es suficiente”, afirmó Kreimerman. “Necesitamos trabajar más en un enfoque sistémico que elimine [estas dificultades] en un nivel más micro y que acompañe a las empresas”.

Al mismo tiempo, todo esto no alcanza sin el fortalecimiento del Estado, lo que no va “en desmedro de la actividad privada, sino al contrario”, aclaró Kreimerman. Este fortalecimiento le permite negociar con los actores internacionales, realizar programas de acompañamiento y tecnológicos necesarios e involucrarse desde las compras y también desde la asociación con los privados. Un estado “ágil y eficiente” es el que puede realizar compras públicas importantes, explicó.

Kreimerman subrayó que la ecuación que surge de las compras públicas “no es negativa para el Estado, porque es más caro el seguro de desempleo o la informalidad”.

“Lo que nos queda claro es que todos los países tienen elementos [para favorecer la compra pública]. El punto clave de esto es que estos elementos sean sistémicos, dirigidos al desarrollo tecnológico y la mano de obra, y simétricos entre los países”, afirmó. Al respecto, agregó que las negociaciones internacionales están “siempre acompañadas de una defensa fuerte del sistema de compras públicas, porque contribuye al desarrollo nacional, no es más caro –si se hace bien- y fortalece al Estado”. De este modo se logrará tener “capacidad propia y desarrollo nacional”, finalizó el ministro.