En esta oportunidad, en Sociedad Uruguaya, compartimos la columna de opinión de Federico Moraes, quien a un año de estar por recibirse de médico, reflexiona desde el punto de vista profesional, y ante todo humano, sobre la necesidad de promover desde el Estado y la sociedad, políticas de salud mental y de contribuir a dar apoyo a quien hoy esté transitando por problemas difíciles como la ansiedad o la depresión.

 

Provengo de Tranqueras, una pequeña ciudad en el interior del departamento de Rivera, marcada por altos niveles de suicidio en jóvenes, temática que me tocó vivir de cerca ya que en mi entorno cercano, varias personas se quitaron la vida ocultas detrás de un tabú silencioso.

Hace ya varios años atrás me mudé a Montevideo con el propósito de estudiar medicina y cumplir un sueño.

En ese proceso de cambio y la trayectoria que llevo hasta el día de hoy, a un año de recibirme, fui conociendo mucha gente, generando nuevas relaciones que me permitieron ver más de cerca la realidad de los jóvenes universitarios en relación a su salud mental.

La transición fue un proceso duro, acostumbrarse a la gran ciudad, con su ritmo acelerado y su anonimato junto con la presión educativa y la competitividad que te llevan a cuestionar tu posición y capacidad.

La falta de pertenencia que te hace sentir distante de todo y todos los que te rodean se suma a la distancia de la familia y amigos generando un sentimiento de soledad al que es difícil adaptarse.

Desde lo personal, los primeros años de la carrera, comencé a quedarme en las emergencias para ver cómo funcionaban y ayudar en lo que pudiera, lo que en el ambiente médico se conoce como “leuco”.

Hoy, en sexto año, me impresiona la frecuencia y la cantidad de intentos de autoeliminación y consultas por problemas de salud mental que se ven diariamente.

Los jóvenes estamos especialmente expuestos a muchos cambios y desafíos nuevos cada día en esta etapa entre la adolescencia y la vida adulta llena de presiones sobre la actualidad y el futuro que pueden resultar abrumadores e impactar en nuestra salud mental. Entre ellos, problemas como ansiedad, depresión, estrés, trastornos alimentarios y adicción a las drogas o el alcohol.

Es fundamental tener acceso a terapia, apoyo grupal y programas educativos para enfrentar desafíos de salud mental. También es clave que los jóvenes promovamos el diálogo y desmitifiquemos el estigma en torno a la salud mental.

Según la información recabada por el Ministerio de Salud Pública con motivo del dia nacional para la prevencion del suicidio; la tasa de mortalidad por suicidio en Uruguay al año 2022 correpondiente al grupo etario entre 25 y 29 años es de 31.6 muertes cada 100.000 habitantes. Adicionalmente, el 50% de la población que ha sufrido un intento de autoeliminación son menores de 30 años.

A su vez, tomando en consideración la población adolescente de entre 15 y 19 años, en 2022 se registraron 45 fallecimientos por esta causa siendo la cifra más alta de los últimos años.

En base a estos datos, la relevancia y preocupación que se merece esta temática, en junio del presente año se creó el Plan Integral con Foco en Salud Mental y Adicciones. Este plan es un avance significativo al involucrar a varios entes estatales que colaboran juntos y también el aumentar significativamente los recursos destinados a la salud mental en la Rendición de Cuentas aprobada recientemente en el Parlamento.

Se enfoca en prevenir, tratar y atender problemas de salud mental y adicciones. Incluye la creación de siete centros de salud mental para jóvenes, expandir la cobertura en situaciones de vulnerabilidad, proporcionar antidepresivos gratuitos mediante tickets, financiar dos tercios del copago en tratamientos relacionados con autoeliminación, elevar la edad de acceso a la psicoterapia y establecer controles psicológicos para obtener el carnet de adolescente. También se aumentarán los recursos para tratar adicciones y se fortalecerán las iniciativas de prevención en varias áreas, entre otras medidas.

Las políticas públicas actuales son un paso en la dirección correcta, pero todavía queda mucho por hacer.

La falta de profesionales de la salud mental y largas listas de espera son problemas comunes que afectan la calidad de vida de quienes necesitan ayuda.

Hay que hacer foco en la formación y retención de profesionales, así como en la creación de centros de atención en áreas donde la demanda es alta. Además, es esencial reducir el estigma asociado con los trastornos mentales y promover una mayor conciencia en la sociedad sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental.

En conclusión, la salud mental en Uruguay es un tema importante que requiere atención. Las políticas públicas actuales son un paso en la dirección correcta, pero todavía queda mucho por hacer para garantizar que todos los uruguayos tengan acceso a atención de salud mental de calidad.

Mi experiencia personal, al venir de una ciudad con altos niveles de autoeliminación, y la carrera de medicina me han sensibilizado profundamente ante esta problemática.

Desde mi lugar como militante político (Partido Nacional) me comprometo a ser una voz y trabajar para construir un Uruguay donde la salud mental sea una prioridad para todos.

Si estás luchando con tu salud mental, no estás solo.

Fuente Imagen: https://magazine.medlineplus.gov/