Por considerarla de interés público, Sociedad Uruguaya difunde en su totalidad el acta taquigráfica de la Comisión de Medio Ambiente del Senado en donde las profesionales, química farmacéutica Ana Luisa Arocena y la química Virginia Pardo dan su opinión frente al proyecto a estudio sobre “Sistema de gestión de residuos de artefactos eléctricos y electrónicos”.

SISTEMA DE GESTIÓN DE RESIDUOS DE

ARTEFACTOS ELÉCTRICOS Y ELECTRÓNICOS

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QUÍMICA FARMACÉUTICA ANA LUISA AROCENA

QUÍMICA VIRGINIA PARDO

VISITA

Versión taquigráfica de la sesión del día

5 de agosto de 2009

– Sin corregir por los oradores –

ASISTENCIA

Preside:

Senador Carlos Moreira (Vicepresidente)

Miembros:

Senadores Mariano Arana, Alberto Cid, Gustavo Lapaz y Manuel Núñez

Invitados Especiales:

Química farmacéutica Ana Luisa Arocena y Química Virginia Pardo

Secretaria:

Susana Rodríguez

Prosecretaria:

María José Morador.

SEÑOR PRESIDENTE.-  Habiendo número, está abierta la sesión.

(Es la hora 17 y 12 minutos)

La Comisión de Medio Ambiente da la bienvenida a la química farmacéutica Ana Luisa Arocena y a la señora Virginia Pardo, de CSI Ingenieros -que ya en otra oportunidad se hicieron presentes en este ámbito- quienes han concurrido para darnos su opinión con relación al proyecto de ley relativo al Sistema de Gestión de Residuos de Artefactos Eléctricos y Electrónicos.

SEÑORA AROCENA.- Muchas gracias a los señores Senadores por invitarnos y recibirnos en esta ocasión. En una oportunidad anterior asistí a esta Comisión como asesora de CRECOEL, emprendimiento desagregador de la chatarra electrónica, y en este momento lo hago en representación de la empresa que dirijo, MA&A S.A., que es también una empresa gestora de residuos especiales.

Hemos concurrido hoy aquí para contarles a los señores Senadores que gracias al apoyo brindado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería, Programa Pacpymes-Proexport, asistimos con la señora Virginia Pardo a una feria en Canadá, denominada “Electronics & Battery Recycling ’09”. Esta feria no tiene mucha antigüedad, pero se ha vuelto un clásico; se realiza una vez al año en América y en Europa, y en ella se reúne el gran grupo de gestores de residuos en esta área -tanto en baterías como en residuos eléctricos y electrónicos- con los delegados de las autoridades ambientales de los principales países -o países ricos, por decirlo de alguna manera- que el mundo tiene como líderes en estos temas.

En toda la presentación que defendimos ante Pacpymes, tratamos de dejar de manifiesto la importancia que tenía para el país asistir a esta feria, tanto como potenciales exportadores de materiales segregados de los residuos -como es el caso de CRECOEL o de MA&A S.A.- como de servicios en consultorías de gestión de residuos, que es el caso de CSI Ingenieros. Durante nuestra participación en la mencionada feria nos encontramos con que también había presentaciones dedicadas a los temas de política, por lo que nos pareció conveniente plantearlo a los señores Senadores, no sólo porque en este ámbito está a estudio un proyecto de ley vinculado al tema, sino porque son ustedes quienes tienen posibilidades reales de utilizar dicha información. La buena noticia es que discutir un proyecto de ley de estas características en el Uruguay nos posiciona en un buen nivel. ¡Ojalá lleguemos cuanto antes a concretarlo! No se discute que el mundo está más avanzado que nosotros en este tema, pero las cosas todavía no se han resuelto y se sigue discutiendo. Sin duda, Europa lleva la delantera en este aspecto, pero en Estados Unidos, por ejemplo, un indicador muestra que solo diecinueve de los cincuenta y un Estados siguen las directivas apropiadas para la chatarra electrónica, e inclusive festejan que sean tantos. En Canadá el problema se planteaba como una preocupación muy grande, porque solamente hay cinco Estados -no recuerdo exactamente cuántos tiene pero, obviamente, cinco son pocos- en los que se están implantando los sistemas. Ahora bien, hay que destacar que no todos tienen directivas obligatorias, sino que en algunos de ellos los sistemas son todavía voluntarios.

SEÑOR CID.- ¿Podría explicar cómo es la situación?

SEÑORA AROCENA.- En el caso de Canadá -no recuerdo si tiene once o doce Estados- cinco Estados cuentan con programas, de los cuales no todos tienen la normativa correspondiente. Algunos están en la fase de programas voluntarios, ensayando o experimentando el funcionamiento para determinar qué roles deben tener los diferentes actores.

Como parte de las condiciones para recibir el apoyo de Pacpymes-Proexport e ir a esta feria consistía en divulgar el conocimiento que se nos brindara, pensamos que transmitirlo en este ámbito era una posibilidad, pero además nos parece que sería importante poder realizar un taller y profundizar los temas claves en un ámbito más específico, que no es sólo técnico, sino también político. En definitiva, se trata de quién se tiene que hacer responsable.

Me parece que para darse cuenta de la importancia del tema, sería interesante mencionar algunos de los títulos de las ponencias. Ellos son: “Cómo la política asiste en la creación de una industria de reciclaje exitosa”        -este es un desafío que, en lo personal, lo vivo a diario-; “Por qué los residuos eléctricos y electrónicos y los programas de pilas y baterías tienen que ser tan complejos”; “Qué pasa con las responsabilidades en el ámbito electrónico”. No sé si los señores Senadores lo saben, pero hay términos en inglés que no siempre tienen un correlato en español y en este tema se está manejando el término “stewardship”, que es una responsabilidad específica para quien lanza un producto al mercado; no hablan de “responsibility”, sino de “stewardship” como programa, y le dan todo un contenido a ese enfoque. Otra pregunta que se plantea es cómo ejercer ese enfoque de responsabilidad del producto desde los distintos roles, o cómo hacer que la ejerza aquél a quien se le asignan las obligaciones.

En cuanto al reciclaje de los artículos electrónicos, pilas y baterías, debo decir que desde que el mundo se está planteando estos temas con conciencia ambiental -digo esto porque previamente existía un reciclaje, pero por un aspecto puramente económico- ha tenido subas y bajas, pero hoy en Canadá nos encontramos con que hay un férreo consenso en promoverlo. En algún momento se llegó a decir que para las pilas no valía la pena porque no era ambientalmente razonable, pero hoy están de acuerdo en decirle sí al reciclaje. Es así que uno de los expositores, por una razón ambiental -traje algunos titulares porque, obviamente, es imposible trasladarles todo- planteaba tres razones económicas, lo cual es bastante interesante. Decía que había que minimizar la carga ambiental de lo que implica el enterramiento, la disposición final, etcétera, por lo que era necesario ir al reciclaje, pero a su vez manejaba tres razones económicas, una de las cuales tenía que ver con la recuperación de los recursos naturales. Lo interesante es que lo planteaba como un motivo económico y no ambiental, es decir, como un tema de ciclos de vida de materiales, de balances de masa. Ello obliga a la preservación de dichos materiales para atender una razón económica, que es asegurar -a largo plazo- la proveeduría de las producciones que sean necesarias, además de estabilizar el precio de los materiales. No es pensable que la escala del Uruguay permita reciclajes de todos los materiales, pero la comunidad uruguaya debe organizarse para que la industria del reciclaje que exista esté concebida para segregar materiales, a fin de que podamos llegar a ser exportadores en distintas fases de segregación, e ir a ese reciclaje en instalaciones sofisticadas, que precisan mucha escala. El hecho de que no tengamos fábricas de reciclaje para todos los elementos no significa que debamos dejar de pensar en la industria del reciclaje en los pasos previos y plantearnos como exportadores de esos materiales.

Lo que encontramos como novedad ya instalada a nivel mundial -y bastante resuelto, por cierto- tiene que ver con uno de los materiales más determinantes para los residuos eléctricos y electrónicos, que es el mercurio, componente de las lámparas fluorescentes o de partes electrónicas tales como pantallas, lucecitas, “switches”, etcétera. Lo cierto es que recientemente se ha establecido la prohibición de la exportación de mercurio a nivel mundial. Hoy terminé de bajar el texto de Internet y observo que se trata de una “ley Obama”, porque el mandatario ha sido uno de los impulsores de este decreto, más allá de que en Europa ya existen normas de esta naturaleza. Lo que se busca con la prohibición de la exportación de mercurio es minimizar su movimiento en el mundo.

SEÑOR CID.- ¿Hay sustitutos del mercurio para los “switches”, por ejemplo?

SEÑORA AROCENA.- No siempre. Justamente, en la primera ponencia -que no terminé de entender muy bien hasta que recibí todo- hablaban de asegurar la proveeduría de materiales. Para mí este es un cambio de enfoque muy importante, que puede llevar a que los residuos de mercurio, que hoy vemos como muy molestos, sean valiosos. Entonces, hay que empezar a prever que quizás debamos acopiar mercurio para las necesidades que se nos presenten.

Este decreto norteamericano, de enero de 2008, establece el año 2013 para efectivizar la prohibición. En realidad, el motivo principal de esta medida es inhibir el acceso del mercurio al uso artesanal en minería, para la extracción de oro, que tiene un impacto negativo muy fuerte en África, Centroamérica, la región amazónica, etcétera. Creo que no es un problema uruguayo, pero todo está armado para que, si esto sigue adelante, con las Naciones Unidas de por medio, en algún momento se firme un convenio internacional que lo regule.

Por otro lado, estimamos que en enero de 2010 tendrían que comenzar a aparecer en Estados Unidos los primeros resultados de grupos de trabajo que están diseñando todas las exigencias que se les va a pedir a los depósitos de mercurio a largo plazo, porque están previendo entrar en estas proveedurías autoabastecidas de cada lugar.

La conclusión es que el proyecto de ley que está a estudio es pertinente y necesario. Ya lo sabíamos, pero la noticia fresca es que, sin duda, es realmente necesario. La mala noticia es que hay que trabajar mucho, como en todas las cosas, y profundizar aún más. Las sugerencias de los países que tienen vasta experiencia en esto indican que hay que hacer mucho trabajo de participación pública para la asignación de roles, decidiendo quién se va a ocupar de cada aspecto: el lanzador del producto al mercado tiene sus herramientas, que son el diseño de los productos; el distribuidor tiene relación con el consumidor, con la distribución masiva; y el reciclador o gestor de residuos tiene la oportunidad de realizar una actividad. Es importante dar las condiciones país para que esa actividad se ejecute adecuadamente y, a su vez, sea viable desde el punto de vista empresarial para que genere empleo digno y rentable.

A propósito de todo esto, el Director de la principal empresa recicladora de pilas de Suiza nos decía que, de acuerdo con su experiencia, su modelo era bastante garantido. Consiste en que el Estado o las instituciones detectan esta necesidad, promueven la inversión y luego la entregan a privados para que la trabajen. Mientras tanto, en ese lapso, se va madurando a la comunidad para que se den las escalas de recolección de residuos que la industria necesita para tener rentabilidad.

También fue muy interesante ver casos de India; por ejemplo, una empresa de ese país nos brindó elementos prácticos para que nosotros apliquemos, más allá de que no son totalmente trasladables. Concretamente, un ingeniero que tiene una industria de segregación de materiales nos explicó que ellos cuentan con fabricantes de filtros, de mamparas, de cables, etcétera, y pueden armar los equipos copiando las tecnologías europeas y norteamericanas a costos de la India. En mi caso personal, con respecto a los equipos de destrucción de lámparas fluorescentes, cuando hicimos las cuentas de lo que necesitábamos para poder copiar, llegamos a la conclusión de que era más barato importar el equipo entero. Sí validamos la importancia de que mientras no lleguemos a un reciclaje de mercurio propiamente dicho -estamos hablando de inversiones de entre € 600.000 y € 1:000.000- igual vale la pena hacer lo que hoy estamos haciendo porque, aunque no tiene una difusión masiva, implica una acumulación de experiencia interesante. Con respecto al mercurio, debemos tener claro que hay que cortarle el paso hacia los cursos de agua. En realidad, no se trata tanto de un tema de seguridad humana por contacto con el mercurio, ya que el problema surge cuando el mercurio entra al agua, porque es en ese momento que se convierte en tóxico y afecta a los peces que luego consumimos. Precisamente, en las preliminares de la ley de Obama -en lo personal quedé impactada, porque no lo había leído- se dice que el 10% de las mujeres en edad fértil en Estados Unidos tienen mercurio en la sangre en un nivel que resulta peligroso para los bebés. Repito que no pensaba que el problema fuera tan grave, y quizás en nuestro país no conocemos esos datos porque no se han hecho los estudios correspondientes.

SEÑOR CID.- Supongo que en el Uruguay debe de suceder algo similar, porque por algo se recomienda que el consumo de atún en las embarazadas se limite a cierta cantidad. El riesgo es muy importante, y creo que Japón es una demostración clara de los peligros de la contaminación por mercurio. Se trata de un elemento acumulativo en los peces y en los humanos, y si esa cifra de 10% en los Estados Unidos es real, creo que nosotros no debemos de estar muy lejos de esos niveles.

SEÑORA AROCENA.- Quiero decir, para redondear la idea sobre este tema, que cuando manejamos con Virginia la idea de la realización de un taller, inmediatamente pensamos en invitar a integrantes de la Comisión de Medio Ambiente del Senado para que lo auspiciaran y, a la vez, no imaginamos que esa iniciativa se concretara antes de diciembre, porque los señores Senadores estarán muy ocupados hasta esa fecha. De todas maneras, queremos formalizar la invitación para un taller destinado a un público especializado, en el que participarán la DINAMA, la Intendencia Municipal, etcétera. El propósito es lograr una profundización del tema desde un punto de vista técnico y político, a fin de que puedan plantearse las discusiones que vimos que se planteaban en el encuentro de nivel mundial que mencionamos. Uno de los aspectos a discutir sería, sin duda, el de la responsabilidad, y en ese caso uno puede preguntar si la responsabilidad es de quien maneja los costos de la gestión del producto al final de su vida útil, de quien se ocupa de la gestión del producto o de quien está a cargo de lo relativo a los impactos ambientales de su ciclo de vida. Esos son, evidentemente, los distintos niveles de responsabilidad que se pueden asumir. Ahora bien, ¿quién asume esa responsabilidad? ¿El responsable es el fabricante, el importador o, en definitiva, el dueño de la marca, porque es quien tiene el control del diseño? ¿Acaso es el distribuidor porque tiene vínculo con el consumidor, o es el propio consumidor porque es quien se beneficia del producto? ¿O la responsabilidad puede ser del Gobierno, porque tal como dice un expositor en la presentación, es la forma de hacer el capitalismo? Eso es lo que expresa el expositor del trabajo que mencioné, aunque cuando tuve que dar una clase bajé los decibeles a esa afirmación, estableciendo que en realidad se trata de una forma que tenemos de administrarnos. En definitiva, estas preguntas debemos hacerlas y, por lo menos, estos cuatro niveles actuales tienen que estar presentes.

Finalmente, quiero decir que vamos a dejar en la Comisión un CD que contiene la copia de todas las ponencias que he mencionado. A su vez, dejamos un solo CD de una empresa canadiense, llamada GIP, una gestora de residuos electrónicos. Esta empresa distribuyó este CD que contiene un video, emitido por el Convenio de Basilea de Naciones Unidas sobre lo que ocurre actualmente con la exportación de todos los residuos electrónicos a China, y una concientización de las respuestas que el mundo precisa dar a ese tema. Podemos decir que van a ver imágenes que son impactantes.

SEÑORA PARDO.- En realidad, la química farmacéutica Arocena resumió los puntos importantes del congreso. Simplemente quería agregar que estoy involucrada en este tema por mi formación: estoy realizando una maestría y mi tesis va a versar sobre la gestión de residuos electrónicos. La idea es dejar un material más técnico aplicado a Uruguay sobre las posibles soluciones tecnológicas a adoptar de todo ese abanico que vimos en el congreso y que se conoce a nivel mundial. Habría que ver cuáles serían las reales para el país o en las que Uruguay podría llegar a invertir.

Por otra parte, trabajo para CSI Ingenieros, que se dedica a las consultorías -yo estoy en la parte de consultoría ambiental- y que históricamente ha trabajado en el sector servicios de estudios de impacto ambiental y planes de gestión. Esta empresa se va acercando cada vez más a brindar un servicio desde el punto de visto técnico, pero apuntando a la parte más operativa para traer soluciones reales al país en la gestión de residuos. Por eso me apoyo en la ida a este congreso del que pudimos participar a través de CSI Ingenieros y de Pacpymes.

A propósito de todo esto, cabe señalar que visité esta planta en Canadá -de la que ahora dejamos un material- y puedo decir que es espectacular, pues cuenta con una tecnología de la que nosotros estamos muy lejos. Todo es muy automático, pero en el mundo se está cuestionando qué tan necesario es realizar esa superinversión en contraposición con la calidad de los materiales; de todas maneras, fue muy interesante verlo.

Lo otro que quería destacar es que vinimos de este congreso con un paquete de contactos para lograr posibles salidas para los residuos que hoy tenemos trancados, desde las pilas y las baterías hasta los componentes de residuos electrónicos, como los tubos catódicos, a los que aquí habría que hacer un proceso previo. De la India trajimos algunas ideas un poco más accesibles, a fin de no tener que comprar un equipo de € 600.000, como nos plantean a modo de solución. Se trataría de algo más adecuado para nosotros. Realmente, es muy interesante ver el abanico de posibilidades que el mundo ofrece para estos residuos. Obviamente, hay que hacer un balance sobre cada una de esas tecnologías para ver cuál conviene traer a Uruguay, a fin de tener la posibilidad de autoabastecernos en ese servicio. También habría que analizar en qué casos conviene aprovechar esos canales y simplemente ser exportadores de los residuos tal cual están o con un tratamiento previo, claro que en condiciones seguras para que la exportación sea adecuada. De ese modo, existiría una forma de no acumular los residuos por no tener una solución.

SEÑOR CID.- En dos momentos de la exposición se habló de la exportación, pero me pregunto si la exportación de estos productos no está regulada por el Convenio de Basilea. Además, quisiera saber qué posibilidades hay de efectivizar la exportación y qué países admitirían los productos.

SEÑORA AROCENA.- La exportación está regulada por el Convenio de Basilea, que controla pero no prohíbe. Lo que puede ser exportado es recibido por todos los países que no tienen una prohibición expresa; no es nuestro caso, que sí la tenemos y, por tanto, no podríamos poner una planta de reciclaje para trabajar en la región. Según la Ley Nº 17.220, nosotros tenemos prohibido el ingreso de residuos clasificados como desechos peligrosos, de acuerdo con el Convenio de Basilea. Cuando hablamos de exportación, nos estamos refiriendo a las partes metálicas y no, por ejemplo, a las plásticas. Entonces, habrá que aplicar el Convenio de Basilea administrativamente y hacer todo el papeleo, que es mucho. De hecho, personalmente, el año pasado conduje una exportación de medicamentos peligrosos de Montevideo a Alemania para que se destruyeran en condiciones adecuadas, y se pudo hacer. Es cierto que cuesta conseguir barco: da trabajo y no es barato, a pesar de que se trata simplemente de ir a destruir material. Desde nuestra humilde opinión, pensamos que Uruguay debería posicionarse de manera de lograr que lo que se nos pague allá cubra, por lo menos, el costo del transporte; entonces obtendríamos el beneficio de la colocación de materiales.

Por otro lado, me interesa destacar un aspecto que tiene impacto a nivel de las leyes. Atendiendo el hecho de cómo se mueve el mundo en estos canales de materiales, debo decir que hasta ahora la única manera que tuvimos de llevar a la práctica esas salidas de materiales fue mediante la experimentación. Cuando uno pregunta si se nos compraría tal material, se nos responde que enviemos una muestra. La primera etapa de recolección es a riesgo del país, pero no existe otra opción que dejar de enterrar, ponerse a recolectar, mandar muestras para conseguir precios y evaluar la rentabilidad. Con esto queremos decir que no vemos posibilidades de establecer normativas de bioseguridad sin experimentar, aunque el tema se puede organizar. Puede suceder que haya que recolectar cosas y luego nos demos cuenta de que no hay dónde colocarlas. Pero ese riesgo hay que asumirlo porque, sin recolectar, no tenemos salida posible. También puede pasar que, luego de tener el material acopiado, aparezcan producciones locales; ojalá suceda, pero esto no se visualiza respecto de todos los metales y elementos específicos que aparecen en estos componentes.

Actualmente, quienes llevamos a la práctica esta tarea nos encontramos muy exigidos, por cuanto no tenemos un mercado regulado. No se trata de buscar paternalismos, sino de ordenar para poder hacer una inversión. Hoy tengo que trabajar con los que, por vocación, tienen ganas de hacer las cosas bien, pero nos faltan datos. Por ejemplo, cuando consultamos a la empresa GIP si se instalaría en Uruguay nos preguntaron cuántos habitantes tiene nuestro país, pero nos dijeron que con menos de diez millones ni lo evalúan. También nos preguntaron si teníamos normativa al respecto y, al contestarles que no, concluyeron que entonces era imposible. Se acabó la conversación. Por eso, los que estamos en este sector vemos que la necesidad de programas de fortalecimiento para todo el sector reciclaje es muy grande. En este sentido, en el marco de estas indefiniciones es muy difícil pretender alcanzar niveles industriales con todas las exigencias actuales. Hay iniciativas de ordenamiento -el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente tiene su plan de acción nacional de consumo sustentable- y enfatizo que las precisamos.

SEÑOR CID.- Cuando presentamos el proyecto de ley que hoy estamos analizando y sobre el que ustedes han hecho aportes interesantes, cuidamos muy bien su título y hablamos, más que de reciclaje, de gestión de residuos.

Obviamente, en la actividad de manipulación de lámparas fluorescentes en que ustedes trabajan, los productos finales son de reciclaje. Sé que están vendiendo en plaza y han llenado un espacio importante, pero hacen reciclaje y, seguramente, este encuentro en Canadá sea sólo sobre ese tema.

Ahora bien, más allá de que en el proyecto no se establece, hemos expresado al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente que en la hipótesis de un país subdesarrollado, que no tiene las potencialidades de población ni de instalación de equipamiento de reciclaje y que, además, tiene grandes baches en materia tecnológica -que no ha podido resolver- se tendría que hablar de gestión -más que de reciclaje- para que los productos de desecho se destinen a diversas finalidades y no solo al reciclaje final. Por ejemplo, algunos equipos de “software” pueden no tener suficiente capacidad para una empresa pero sí servir para un hospital de Salud Pública, donde un programa de texto puede alcanzar para hacer una historia clínica        -todos sabemos que no todos los hospitales o policlínicos de Salud Pública los tienen- o para las escuelas politécnicas, donde podríamos entrenar a nuestros jóvenes en manejar equipos, reciclarlos, recomponerlos, mejorarlos y retornarlos al mercado. Por eso me resulta más atractivo el término “gestión” que “reciclaje”. Si bien no está en el proyecto, creo que deberíamos ir alimentando esta idea de los múltiples usos que pueden tener los productos que hoy desechamos en la volqueta y que, tal vez, mejor canalizados, podrían prestar un servicio a la comunidad. Una cosa es lo que sucede en Estados Unidos, Canadá o la Unión Europea, donde todo se recicla -aunque los equipos que ellos descartan, nos los venden como recertificados- y otra, muy distinta, en nuestros países, donde vamos a la zaga del avance tecnológico y podemos hacer otras cosas. Por eso, me gusta acuñar la expresión “gestión de residuos” que, obviamente, no excluye el reciclaje, por cuanto es uno de los caminos a seguir.

Me parece muy interesante que en el mes de diciembre podamos juntarnos para intercambiar todas estas ideas. Si bien nuestro país debe ser uno de los primeros de América Latina en discutir estos temas, tiene un retraso y debemos abordarlos.

SEÑORA AROCENA.- En primer lugar, suscribo lo que expresa el señor Senador Cid en cuanto al término “gestión”, aunque reconozco que tal vez haya mencionado mucho la palabra “reciclaje”.

Por otra parte, quiero aclarar que, lamentablemente, nosotros no estamos reciclando el mercurio; lo que hacemos es un servicio de destrucción controlada. Como mencioné antes, mientras no tengamos el equipo procesador para el reciclaje del mercurio, que cuesta aproximadamente € 1:000.000, nos tenemos que conformar con la destrucción controlada, por la cual la rotura de las unidades de bajo consumo o de lámparas fluorescentes ocurre dentro de una canalización de aire de manera que el mercurio queda en un filtro de carbón. De esta forma, podemos tener un millón de lámparas en dos litros de carbón activado y clasificar el vidrio como residuo urbano. Actualmente no tenemos salida de reciclaje, ni siquiera para toda esa mezcla de vidrio y polvo con metales, lo que es lamentable.

Cuba, por ejemplo, recibió de la Philips -a través de una de las empresas españolas que ofrecen equipos para esta destrucción controlada- la donación de una camioneta van, con un equipo de destrucción controlada que recorre el país, genera bolsas de polietileno molido y el filtro de carbón donde está el mercurio. A tales efectos,  hicieron un acuerdo por el cual, cuando llenen un contenedor con todas esas cosas, lo enviarán al Reino Unido. Entonces, como este es un modelo a imitar, solicité los contactos correspondientes para acceder a la empresa española que colocó el equipo, así como también toda la información relacionada con la Philips. Cabe destacar que en el mundo, hoy en día se valora el modelo que no tiene reciclaje pero hace una destrucción controlada, sin mezclar esos residuos con toda la masa y acopiándolos como una especie de material homogéneo. Quizás, aunque no consiga obtener rentabilidad a futuro, sí pueda lograr un empate.

SEÑORA PARDO.- En esta planta sí realizan gestión de residuos y, una vez que el equipamiento entra, es el cliente el que decide que vayan a reciclaje o que se reutilicen. Obviamente, se incentiva al cliente para que los residuos se reutilicen -en cuyo caso se le cobra más barato- así como también para que se vendan sus partes, sus distintos componentes -no solo como tales, porque sufren una destrucción segura de la información- con determinado “software”, garantizándole que su información no va a ser divulgada. Además, si el equipo no puede ser utilizado como tal porque, por ejemplo, es muy viejo, determinadas partes pueden ser útiles aunque, obviamente, en un porcentaje mucho menor al que se recicla en la actualidad. De todos modos, es interesante el hecho de que la logística esté incluida en el tema de la reutilización y de que sea viable, por supuesto, mediante el factor económico.

SEÑOR CID.- ¿Se habló algo acerca de cuál es el destino final de los productos que sí se desechan? ¿Qué hacen los países del Primer Mundo con esos residuos?

SEÑORA AROCENA. – Hay un enterramiento, que es inevitable en cualquier parte del mundo, porque aunque se realice la incineración, es necesario enterrar las cenizas. Lo que existe en Europa -no todavía en Estados Unidos, aunque allí se va en la misma dirección- es la prohibición del enterramiento sin tratamiento; es decir, solo se acepta el enterramiento cuando se prueba que ya no se puede sacar ningún provecho de esos residuos.

SEÑORA PARDO.- Además, hay una línea de desarrollo de combustibles a partir de  plásticos que no son reciclables -cabe acotar que dentro de esta empresa se estaba trabajando en dicho proyecto- porque es un material que deriva del petróleo y, obviamente, tiene una capacidad energética muy interesante.

SEÑORA AROCENA.- Estos procesos se conocen como “waste to energy”, y en el Uruguay tenemos espacio para trabajar en ese aspecto.

SEÑOR ARANA.- Pero hay que tener cuidado para que la utilización de esos residuos como combustible no genere contaminación.

SEÑORA PARDO.- Sí, claro. Por eso ellos hacen un combustible con determinadas especificaciones para no emisiones.

SEÑOR ARANA.- Creo que nuestro problema es que, dado el Convenio de Basilea y las limitaciones que tenemos, por más que procuráramos juntar todos nuestros desechos, sería muy poco lo que podríamos hacer. En ningún lugar de las cercanías se admite que un barco con elementos contaminantes pueda tocar puertos próximos. Debemos tener nuestra propia disposición final de residuos; entonces, es necesario considerar este tema como un aspecto clave del ámbito estatal y analizar cómo podemos establecer trabas. Es facilísimo generar alarmas, pero no estamos dando una solución a aquellas empresas que quieren pagar para una disposición final de residuos y no pueden hacerlo, porque nadie quiere tenerlos en su departamento ni en las proximidades. Aquí sucede lo mismo que en tantos otros temas: nadie quiere la feria ni la volqueta, pero si se las sacamos de las proximidades, todo el mundo pone el grito en el cielo.

SEÑOR PRESIDENTE.- Bien. Si no hay otras preguntas que formular, agradecemos mucho la presencia de la química farmacéutica Ana Luisa Arocena y la señora Virginia Pardo.

Fuente: tuverde.com