—Han pasado siete años desde la asunción del gobierno frenteamplista y, como en otros temas, parecería que el gobierno sale a apagar una emergencia. ¿No tiene el FA una política pensada para atender la situación de calle?

—Los programas con gente en situación de calle han estado presentes. Ahora, había dos dificultades: una de orden jurídico, por este debate en torno al derecho de las personas a su libertad, y otra que tiene que ver con la obligación del Estado a salvaguardar la vida de las personas. Ese dilema se intentó resolver en el período anterior y no se pudo, ahora en la emergencia creo que está bien que se haga. También hay que resolver la situación de la emergencia por sí misma. El empujón que le da el presidente es lo que correspondía: reunir a cuanto actor tenga vínculo para salvaguardar la vida humana en situación de riesgo. La emergencia fue creciendo en cuanto al número de personas y desbordó la capacidad institucional, pero cuando suceden cosas así hay que tener respuestas de estas características. Creo que lo que se está haciendo está bien. Puede haber errores en el camino, pero nosotros mismos reclamamos, desde que vimos que esto adquiría proporciones grandes, que intervinieran actores que tuvieran otro tipo de potencias conjugadas.

 

—Las declaraciones de María Sara Ribero y los cuestionamientos que recibió desde el propio FA dejan ver que hay diferentes formas de concebir el tema. ¿Es así?

—Está claro que hay un debate que no está resuelto. Si no, no se emitirían juicios tan dispares. Creo que hay que profundizar y resolver. Es como con otros dilemas planteados, como la seguridad pública, por ejemplo. Pero es cierto, es posible que haya temas que tocan lo ideológico u otros aspectos que no han sido resueltos. La izquierda tiene que profundizar el debate sobre temas críticos, ese es el problema. Lo viene haciendo con la distribución de la riqueza, pero hay que seguir profundizando. Eso supone capacidad de elaboración de políticas sociales de mucha fuerza. Por eso, cuando uno ve que se tienen equipos formados o capacidades que llevó tiempo armarlas y se desarman, detecta un problema. Es una izquierda que mata o al menos debilita la posibilidad de producción de ideas para temas muy complejos y de abordajes  institucionales y convergencias de políticas muy distintas. Esa es la preocupación más grande. Tenemos mucha fortaleza en cuanto a las políticas productivas, o de negociación social por temas salariales y de derechos, pero mucha debilidad en temas de gestión y de implementación de políticas en algunas áreas críticas, de políticas sociales o de políticas de implementación y gestión de programas en cosas que son sensibles para la gente. Ahí me parece que hay un problema que no lo podemos diluir porque eso no produce proximidad con el ciudadano sino distanciamiento.

 

—¿Por qué se da esa dificultad?

—Porque se ha dejado de elaborar. Creo que la izquierda dejó de elaborar en profundidad en temas críticos de la sociedad contemporánea, y si a una fuerza política le sucede eso se vacía en cuanto a contenidos ideológicos programáticos, y queda de alguna manera dependiente de lo que se haga en el gobierno. Si los gobiernos cambian y se produce discontinuidad de equipos, tampoco hay insumos de ese lado.

 

—¿Ese estancamiento en la elaboración tiene que ver con las demandas de lo cotidiano que no dejan tiempo para la reflexión, o con un vaciamiento ideológico del Frente Amplio?

—Con las dos cosas. Y con la falta de capacidad de inclusión y de relevo de gente que está pensando. Hay mucha gente dentro de la izquierda, en distintos organismos –internacionales, ONG, academia– a la que no se incluye y que está produciendo ideas. El pensamiento está disperso y la fuerza política no tiene capacidad para incluirlo, si no tendría capacidad de elaboración como tuvo en otro momento. Es un vaciamiento de la estructura, no de la izquierda en general. Creo que hay que convocar a la gente que tiene experiencia y la capacidad de generación de conocimiento. Pero eso supone un cambio de la actitud de la fuerza política.

 

—¿El suyo es un diagnóstico compartido dentro del Frente Amplio?

—No es un diagnóstico compartido, en los hechos no lo es. Si no el proceso de renovación no tendría tantas dificultades. Todo el mundo dice que sí a la idea de renovar, incluir, ampliar, airear, y una docena de sinónimos más, pero después eso no se procesa.

Entrevista de Mariana Contreras – BRECHA.

Fuente: Semanario Brecha.