La Constitución de la República, en su artículo 47 establece claramente que “La política nacional de aguas estará basada en: el ordenamiento del territorio, conservación y protección del Medio Ambiente y la restauración

de la naturaleza”. Asimismo agrega que también debe fundamentarse en “la gestión sustentable, solidaria con las generaciones futuras, de los recursos hídricos y la preservación del ciclo hidrológico que constituyen asuntos de interés general”. Consagra claramente que “Los usuarios y la sociedad civil, participarán en todas las instancias de planificación, gestión y control de recursos hídricos; estableciéndose las cuencas hidrográficas como unidades básicas”. También establece como pilar “el establecimiento de prioridades para el uso del agua por regiones, cuencas o partes de ellas, siendo la primera prioridad el abastecimiento de agua potable a poblaciones”. Y agrega el último literal del primer numeral que “el principio por el cual la prestación del servicio de agua potable y saneamiento, deberá hacerse anteponiendo las razones de orden social a las de orden económico”.

Creo que en esta jornada donde especialmente celebramos el Día Internacional del Agua debemos reflexionar sobre la importancia de este

recurso para la supervivencia y el desarrollo de la vida sobre cualquier territorio.

Si analizamos la historia de las diferentes civilizaciones, hemos visto

desarrollos de suma importancia para la humanidad en torno a las cuencas hidrográficas en la antigua China, en la Mesopotamia, en Egipto y en nuestra América pre colombina por nombrar algunas de las más destacadas.

Por eso consideramos necesario definiciones claras y reglas aún más a la hora de considerar proyectos y actividades productivas y extractivas que, si bien suponen fuertes inversiones, promesas de empleos y riquezas, suponen una presión importante sobre la utilización de recursos hídricos pero también un serio riego en la afectación de la calidad de los mismos.

Reclamamos el cabal cumplimiento de la premisa constitucional a los efectos de que preservemos la sustentabilidad, no ya del recurso en sí sino entendiéndolo como indispensable en cantidad y calidad para la sustentabilidad de nuestra propia sociedad.

En la defensa del agua estaremos luchando para nuestra sociedad tenga vigencia y no quedemos como una anécdota en los libros de historia».