Cuando el parlamento nacional decidió conformar la Comisión Especial para analizar las adicciones y su impacto en la sociedad uruguaya, se generó una gran expectativa respecto a la recepción de información de todos los actores involucrados en el problema, el análisis de la misma y las definiciones a las que podríamos concluir en una política de Estado y con consenso social que nos permita invertir el rumbo de este flagelo.

Con los anuncios de un grupo de comerciantes y con la decidida campaña de la mayoría del oficialismo en buscar la solución al problema a partir del control del negocio de producción y venta de la marihuana, nos queda claro que aquellas expectativas del primer momento han quedado por el camino.

Lamentamos que se renuncie a la verdadera preocupación del problema: el ser humano.

Que renunciemos a trabajar desde el Estado seriamente en la rehabilitación, entendiendo que es un grave problema que afecta a muchos uruguayos en su salud psíquica y física, cuando se abusa de las sustancias, cuando hay adicción a una de ellas y cuando se combinan peligrosamente las diferentes sustancias.

Que renunciemos a trabajar en la recomposición de las relaciones afectadas o rotas por el consumo de sustancias, en la órbita familiar, primera afectada, pero también en la trama social cada vez más afectada por la violencia, desintegración y delincuencia originada por el consumo de sustancias.

Que renunciemos a trabajar en la prevención y en la educación seriamente y decididamente a desmotivar y desincentivar el consumo. Nos hubiera gustado ver a la Junta Nacional de Drogas con las mismas ganas que ahora trata de promover el proyecto de ley de legalización de la producción y venta de marihuana, que realizara campañas con información científica sobre el daño y consecuencias negativas que para los jóvenes y la población en general causan el consumo de cannabis, alcohol, cocaína, pasta base, etc.

Lamentablemente creo que en Gobierno está ganando la posición de que lo importante es el control del negocio. Hoy de la marihuana y tal vez mañana de otras sustancias. Equivocadamente piensan que controlar un negocio legal va a terminar con el “otro” y que van a regular el consumo. El error es no poner énfasis en la reducción de la demanda, la desmotivación del consumo, la prevención y la reparación de los daños que causa la adicción en el seno de nuestra sociedad.

Para aquellos actores del gobierno, muy propensos a hurgar en ejemplos históricos y filosofar desde el mostrador, les recordamos las trágicas “Guerras del Opio” y resaltamos la preocupación del Emperador chino Dauguang, que decididamente se preocupaba por la salud de los súbditos y no por el control del negocio.

Esa determinación surge claramente de las líneas extraídas de la carta del ministro encargado del combate a la Reina Victoria donde le señala:

“Pero existe una categoría de extranjeros malhechores que fabrican opio y lo traen a nuestro país para venderlo, incitando a los necios a destruirse a sí mismos, simplemente con el fin de sacar provecho. (…) ahora el vicio se ha extendido por todas partes y el veneno va penetrando cada vez más profundamente (…) Por este motivo, hemos decidido castigar con penas muy severas a los mercaderes y a los fumadores de opio, con el fin de poner término definitivamente a la propagación de este vicio.(…) Todo opio que se descubre en China se echa en aceite hirviendo y se destruye. En lo sucesivo, todo barco extranjero que llegue con opio a bordo será incendiado (…) Lin Hse Tsu. Carta a la reina Victoria. 1839.

Sería bueno que nuestras autoridades tuvieran la determinación de combatir el avance de los venenos que envician y destruyen a nuestra sociedad, abandonando la idea de controlar un negocio, a partir de la producción y comercialización- que no tenemos ninguna duda- terminará con la promoción de su consumo.

Dr. Gerardo Amarilla

Representante Nacional

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