Se votan senadores, diputados, gobernadores, comisionados y otros cargos. El principal objetivo es el Senado, que los republicanos podrían arrebatarle a los demócratas.

En estas elecciones denominadas «Midterms» (medio período) podrán votar 230 millones de estadounidenses. Se elige gran parte de los gobernadores estatales (36 de los 50 en el país) y otros cargos.

Una de las novedades salientes de esta elección es el «voto castigo» que recibiría el presidente demócrata Barack Obama por parte de la comunidad latina, clave en toda elección en este país en los últimos años.

La molestia de esta colectividad (liderada por activistas) es la falta de la reforma migratoria, prometida por el mandatario tras su reelección y hasta el momento un gran ejemplo de falta de acción. Por ello, encuestadoras locales dan un 70% de abstención de los hispanos en las urnas, lo que sería un duro golpe para Obama y su actual gestión.

Esta situación podría ser aprovechada por los republicanos, que apuntan a ganarle el Senado a los demócratas, y así poder implantar sus prioridades en la política local. Por otra parte, en Diputados pasa lo contrario y la desventaja es demócrata, ya que la mayoría allí es republicana.

En estos comicios los republicanos necesitan vencer en tan solo seis escaños para tomar el Senado. Tienen chances de ganar en Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental y también en Alaska, Arkansas, Luisiana y Carolina del Norte, estados actualmente demócratas.

Según analistas locales, estas Midterms se definen en la votación en los estados de Colorado, Carolina del Norte, Georgia, Luisiana, Arkansas, Alaska, Kansas, Iowa, Kentucky y Nuevo Hampshire.

En los últimos días, Obama y su partido han hecho campaña y pedido a sus votantes que concurran a votar, ante lo que podría ser una dura derrota para el mandatario que le «partiría» su segundo mandato y le dejaría la opción del veto para decisiones de rigor. Históricamente, los votantes demócratas no suelen tener una destacada presencia en las urnas en estas elecciones.

Que ambos partidos políticos dominen el Senado (demócratas) y Diputados (republicanos) por separado ha generado rispideces y provocado que Obama haya recurrido a los decretos para gobernar y a las agencias de Estado, bajo el control del Senado.

Con el Congreso dividido y en constantes diferencias para grandes reformas (sanitaria, migratoria, educación, política exterior), la situación es de expectativa: si bien Obama está contra las cuerdas ante esta arremetida de los republicanos, por otra parte, si este partido no logra el Senado sería un duro golpe para sus expectativas actuales como de cara a las próximas elecciones presidenciales.

 

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Contenido: Uypress.net

Imagen: usatoday.com