por Marcelo Márquez.

El comienzo de esta entrevista es un claro ejemplo de lo anti periodístico… En primer lugar porque el periodista se ubica en el lugar del protagonista, el entrevistado. Paralelamente con ello, porque emite un juicio de valor, al considerar que estará entrevistando a uno de los mejores parlamentarios de los últimos años, el cual, a partir del 15 de febrero, por decisión del soberano, dejó de ser miembro del Poder Legislativo.

Con él, Sociedad Uruguaya inicia un ciclo de entrevistas a diferentes actores del acontecer político y social del país.

Con ustedes, Pablo Abdala (Alianza Nacional), quien consideró que en el FA “desde el inicio demostraron con mucha nitidez que al gobierno no van a darle ni un minuto de tregua”.

Sobre la elección a la Intendencia de Montevideo, Abdala sostuvo que “advierto que nuestros adversarios políticos, entre ellos el ex intendente Martínez, pero también los otros dos candidatos, están empezando a dar señales de incomodidad ante una adversaria política, un contrincante político como Laura Raffo, que creo que tiene sorprendidos a todos, a propios y extraños”.

“Yo no soy muy amigo de las cuotas en materia electoral”, expresó Abdala a Sociedad Uruguaya sobre la eventualidad de confeccionar planchas paritarias.

Sobre la polémica por la participación del Presidente Luis Lacalle Pou en la denominada Oración Interreligiosa en la Catedral Metropolitana, Abdala expresó que “no sólo está bien, si no que además es bueno, y es necesario”.

 

-Sociedad Uruguaya (SU). Pablo Abdala, ¿recuerda el primer día que ingresó como diputado? ¿Cómo se sintió?

-Pablo Abdala. Por supuesto, esas cosas no se olvidan. Fue el 15 de febrero de 2005. Acababa de ganar la elección el Frente Amplio, por lo tanto, fue un momento de quiebre en la vida de la República y para mí representaba mi primera experiencia parlamentaria. Yo venía de la administración, de haber ocupado cargos en la ANP y en el directorio de Ancap, pero iniciaba un tiempo nuevo y distinto, que tenía que ver con mi gran vocación. Yo siempre me consideré parlamentario por vocación. Y tuve el honor de representar a mi Partido a partir de allí. Tengo muy presente ese día, y como es habitual en esos casos se elegía al Presidente de la Cámara y en ese primer año el Frente Amplio ganaba las elecciones y la Presidenta de la Cámara de Representantes fue la diputada Nora Castro, representante del MPP, y como es de estilo en esos casos, lo primero que hice, la primera vez que hice uso de la palabra se vinculó con el fundamento de voto por Nora Castro como Presidenta de la Cámara de Representantes.

“Frustración”

-SU. El día de la elección de octubre al confirmarse que no salió electo, ¿qué se le pasó por la cabeza?

-Pablo Abdala. En realidad la noche de la elección de octubre yo tenía la expectativa de haber sido reelecto. Me acosté a dormir con la idea que había sido reelecto nuevamente porque las proyecciones en ese momento indicaban ese resultado. Al día siguiente, sin embargo, y ya con el escrutinio avanzado quedó claro que había quedado afuera del Parlamento.

Por supuesto que esa constatación genera una sensación de frustración, hay una dosis importante de desencanto, de dolor desde el punto de vista personal, pero los que estamos en esta actividad estamos preparados para enfrentar circunstancias de esas características, la actividad política es una actividad apasionante, que los que tenemos vocación la cumplimos con enorme entrega y disfrutamos del ejercicio de la actividad política pero es una actividad que no está exenta de riesgos personales, y entre ellos, riesgos de estas características: que cada cinco años hay que someterse a una elección y cuando uno hace eso no sabe a ciencia cierta cuál será el resultado. Por lo tanto, como esto está dentro del elenco de las posibilidades que pueden darse, el duelo fue muy rápido, muy breve, porque la vida sigue, y porque uno no debe pelearse con la realidad, lo que pasó, pasó, y a partir de allí, y sobre todo, después del resultado del 24 de noviembre que determinó la victoria electoral del Partido Nacional, creo que ya el panorama fue bien diferente, porque lo más importante de todo en esta instancia electoral era que el Partido Nacional llegara al gobierno, cosa que efectivamente ocurrió.

-SU. Porque además se dio que ese resultado de fines de octubre daba un aliento al Partido Nacional en la eventualidad de llegar al gobierno.

-Pablo Abdala. Naturalmente. Sin duda que en esa oportunidad para mi hubo sensaciones contradictorias: el fracaso personal, que creo que hay una dosis de fracaso en cuanto a que no se cumplió un objetivo que yo me había trazado, pero por el otro lado una inmensa alegría, entusiasmo y expectativa, porque notoriamente la elección de octubre nos dejó, si no a las puertas, por lo menos muy bien perfilado como finalmente ocurrió, para ganar en noviembre.

-SU. ¿Le llamó la atención quizás la votación no esperada de Alianza Nacional en todo el país?

-Pablo Abdala. Yo diría que los números en materia electoral son relativos. Si bien los números por definición son absolutos en materia política los números se vuelven relativos, hay que ubicarlos en su debido contexto.

No fue igual el comportamiento electoral de Alianza Nacional en junio que en octubre. En junio el resultado fue muy malo y creo que obedece a circunstancias muy concretas. En aquel momento, y esto ya es historia, pero se dio una suerte de polarización dentro del Partido, entre una candidatura que era notoriamente la favorita, como efectivamente los hechos lo demostraron, la candidatura de Luis Lacalle Pou, y un riesgo, o una eventualidad de que Juan Sartori, que era la novedad en esa elección, pudiera llegarle a disputarle, cosa que después los hechos demostraron que era imposible, la primacía a Lacalle Pou en la interna. Y eso representó, aunque parezca insólito, un costo electoral para Alianza Nacional.

Nos encontramos todos los días con ciudadanos que nos decían que hubieran votado por Jorge Larrañaga o estaban dispuestos a votarlo, pero que, sin embargo, en aras de asegurar el triunfo de Lacalle Pou o por lo menos evitar el triunfo de Juan Sartori, desistían de votar por nosotros.

La elección de octubre fue totalmente diferente porque toda esa circunstancia ya no aparecía, ya no estaba. El Partido Nacional creo que resolvió su situación interna de manera muy inteligente, muy rápida y muy saludable y allí Alianza Nacional ofreció al electorado nacionalista o a quienes votaban al Partido Nacional una opción muy atractiva para acompañar la fórmula Lacalle Pou – Beatriz Argimón que implicaba complementar ese voto con un Senado encabezado por Jorge Larrañaga y por esa razón pasamos de ser la tercera a ser la segunda fuerza del Partido Nacional. Hay dos lecturas bien distintas en junio que en octubre con relación a nuestro comportamiento electoral.

-SU. ¿Por qué ganó el Partido Nacional?

-Pablo Abdala. El Partido Nacional ganó porque hizo las cosas bien, porque claramente después de quince años de gobierno del Frente Amplio hubo un evidente desgaste del gobierno que fue perdiendo credibilidad, y por lo tanto reconocimiento y apoyo popular y porque notoriamente la idea de la alternancia que nosotros proclamábamos era una idea que al mismo tiempo la gente reclamaba. Los uruguayos quisieron cambiar y cambiaron, y el Partido Nacional tuvo la inteligencia y Luis Lacalle Pou asumió de manera eficaz el liderazgo a los efectos de encarnar esa idea, y el Partido Nacional supo interpretar ese reclamo popular, ese deseo de cambio, y claramente, combinando una cosa con la otra, lo que eso determinó,

fue el resultado que todos conocemos. Es decir, hubo una situación de hecho en cuanto a una gestión que había fracasado, un ciclo que se había cumplido, y al mismo tiempo un partido político que supo liderar los cambios y que supo interpretar el sentir popular.

Seguridad y bienestar

(SU). La situación del país no es buena, hay urgencias para atender y se percibe más exigencias de parte del ciudadano. ¿Cuál es el desafío de la coalición en cuanto a la credibilidad?

-Pablo Abdala. El gran desafío tiene que ver con la pregunta anterior: ese deseo de cambiar responde a una expectativa de la gente de que el país efectivamente cambie y que la situación nacional y personal de cada uno de los ciudadanos mejore. Eso define el desafío con que se inicia el gobierno que encabeza Luis Lacalle Pou. Yo creo que claramente, la gente, y lo hace de manera legítima va a demandar y está demandando desde ya, cambios en materia de seguridad, que en estos primeros días de gobierno ya comienzan a verse y más que insinuarse, a concretarse, y por supuesto, en el plano económico, y en el plano del trabajo, en el plano del bienestar, la gente que perdió calidad de vida, en el último tramo, sobre todo, del gobierno del Frente Amplio lo que está esperando es una economía que funcione, un gobierno que aplique medidas de austeridad en el manejo de los recursos públicos, que fomente la inversión y el trabajo, y que después eso se traduzca en la generación de empleo, que se ha perdido mucho empleo en los últimos años, en la generación de fuentes de trabajo, en el descenso de la desocupación y concominantemente en un aumento de los ingresos. Yo diría que ahí están los dos grandes desafíos o las dos grandes demandas de la población que, sin perjuicio de todas las demás, creo yo deben ser y son las prioridades que el nuevo gobierno está encarando.

“Actitud desproporcionada”

-(SU). ¿Cómo percibe la forma en que se está parando el Frente Amplio en estos primeros días?

-Pablo Abdala. A mi me tiene algo sorprendido la actitud política del Frente. Tal vez nos habíamos desacostumbrados de ver al Frente ejerciendo la oposición. De pronto en realidad lo que pasó es que durante quince años estuvieron en otra actitud porque ocuparon el gobierno, y siguen siendo los mismos de siempre. Desde el inicio demostraron con mucha nitidez que al gobierno no van a darle ni un minuto de tregua, porque notoriamente han cuestionado todo, han criticado desde lo primero hasta lo último, y un gobierno que recién empieza, y bastante antes que empezara, cuando apenas había sido electo, ya recibía desde ese momento críticas y señalamientos severos y duros de parte de la actual oposición. Incluso, con calificaciones muy gruesas y excesivamente simplificadoras. Se dijo a la luz de lo que fue la propuesta legislativa de la Ley de Urgente Consideración que el gobierno de Lacalle Pou era un gobierno restaurador, de derecha, neoliberal, regresivo, se llegó a afirmar, todos lo escuchamos por parte de un vocero que no sería de primera línea, por parte de un dirigente del FA, que las medidas de gobierno de Lacalle Pou conducirían a la conformación de un narcoestado. Realmente creo que hay de parte de la oposición, advierto, una actitud desproporcionada en cuanto al ejercicio de la oposición, que creo curiosamente, que debería reflexionar mucho sobre eso el propio FA, porque a esta altura no se si eso le hace mucho daño al gobierno, le hace más daño al gobierno que a la propia izquierda. Es un tema en el cual yo no me meto, deberán analizarlo los propios representantes de esa fuerza política. Pero cuando un dirigente político, un actor político se pelea con la realidad o no sabe leer los signos de los tiempos o no interpreta el estado de la opinión pública, corre un severo riesgo de quedar al margen de la historia. Y yo creo que ese tipo de reacciones o de ataques políticos a los que estamos asistiendo, probablemente sea del agrado de los militantes del FA, pero los dirigentes políticos no tenemos que hablarles solo a nuestros militantes. Es más, antes que a nuestros militantes tenemos que hacer un esfuerzo por hablarle al país entero. Entonces, en un momento en donde el gobierno asume en nombre de toda esa esperanza nacional que decíamos recién, el propio Presidente electo registra niveles de adhesión y de apoyo, bastante mayores a los que fue su propia votación, cualquier dirigente político, incluso desde la oposición, debería leer esa realidad a la hora de definir su propia estrategia. Pero, esas son opciones políticas que cada Partido y que cada dirigente sabe hacer.

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-(SU). ¿Hay un cambio político que de alguna manera está reflejado por un cambio generacional de quienes asumen las responsabilidades de gobierno?.

-Pablo Abdala. Yo creo que hay un cambio generacional que se termina imponiendo más allá de la propia cultura política o de la propia práctica política y el Uruguay, en eso, siempre se dice y es verdad, que somos un poco conservadores, porque a veces los liderazgos duran eternamente, y la propia biología en última instancia se encarga de hacer lo que las prácticas políticas no hacen.

En el Frente Amplio es notorio que sus tres principales dirigentes, los que han sido sus tres principales líderes a lo largo de las últimas décadas, están cerrando su etapa de actuación pública, o, por lo menos de actuación en espacios de gobierno y notoriamente viene una nueva generación.

El Partido Nacional ha venido procesando lo mismo y agrego, un dato relativamente nuevo, que es la conformación del gobierno. El gobierno que está en plena conformación, porque se ha terminado de conformar el Poder Ejecutivo pero todavía falta la conformación de los espacios de las empresas públicas y los entes autónomos, sin embargo ha dado señales muy claras de darle espacio a gente joven, gente capaz, gente inteligente, y gente formada, pero que recién está haciendo sus primeras experiencias en materia de actividad pública. Y eso es muy bueno porque yo creo que cualquier proyecto político y sobre todo, cualquier propuesta de gobierno requiere de una amalgama entre las dos cosas: entre gente experiente y digamos más sapiente en el sentido que ya tiene más trayectoria en el ejercicio de la función pública, pero por cierto, se necesita mucho de gente de refresco, gente nueva, gente que esté pronta para iniciar la actividad pública y que esté mejor preparada, y de eso hemos visto una generación de nuevos gobernantes que están entre los 30 y los 40 años en distintos estamentos de los Ministerios que a mi me parece un dato muy alentador, positivo y muy novedoso.

“Temple y coraje”

-(SU). Partido Nacional en Montevideo: ¿para ganar espacios o realmente para ganar?

-Pablo Abdala. Para ganar, y sobre todo, esta afirmación la sustento en las condiciones y en la actividad que viene cumpliendo la candidata de la coalición multicolor. Laura Raffo, que yo desde el inicio supe que era una excelente opción como candidata única de la coalición multicolor, creo que a todos nos tiene muy gratamente sorprendidos con lo que viene siendo su magnífico desempeño. Está demostrando, no sólo capacidad personal, y dotes de conductora y de gobernante, si no que está demostrando además un gran temple, un gran coraje que siempre hay que tener una dosis importante de coraje bien entendido a la hora de encabezar un proyecto político y a la hora de gobernar. En los distintos episodios que se han dado a lo largo de esta campaña eso ha quedado de manifiesto, y creo que además está desafiando democráticamente a los candidatos del FA de una manera eficaz y creo que muy pertinente y advierto que nuestros adversarios políticos, entre ellos el ex intendente Martínez, pero también los otros dos candidatos, están empezando a dar señales de incomodidad ante una adversaria política, un contrincante político como Laura Raffo, que creo que tiene sorprendidos a todos, a propios y extraños.

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-(SU). La coalición de gobierno no configura una especie de experimento, de alguna manera lo dice Lacalle Pou que es algo nuevo, pero al respecto ¿no hay posibilidades de una fragilidad?

-Pablo Abdala. Si la palabra experimento está referida a lo novedoso y a lo nuevo, se podría decir que sí, porque toda cosa nueva, por supuesto, tiene que probarse. Ahora, si la palabra experimento, que podría ser otra acepción, está referida a la improvisación o a la fragilidad, yo más bien diría que no. Por supuesto que advierto que en todo esto hay novedad, es una experiencia política nueva que el país no había conocido, de cinco partidos coaligados en el ejercicio del Poder Ejecutivo.

Sin embargo, no advierto que hayas debilidades, sino lo que hay, sin duda, es una característica de la cual también nos habíamos desacostumbrados a ella durante los últimos quince años que es la del diálogo y la de la negociación política permanente, aún hacia dentro del propio gobierno, y yo creo que eso es muy sano y muy saludable, porque me parece que es la manera de construir y alcanzar las mejores soluciones. Yo creo en los liderazgos colectivos más allá del liderazgo que le corresponde al Presidente de la República y que a mi juicio lo está ejerciendo cabalmente y creo en la construcción colectiva de las soluciones, y me parece que en esto el primero que ha entendido que este es el camino, es el propio Luis Lacalle Pou. Lo grafico y lo ilustro con un solo dato: el proyecto de ley de Urgente Consideración. Este gobierno presentó, no solo a los socios de la coalición si no al país entero, el anteproyecto de ley con la dosis de humildad suficiente para anunciar que eso era un borrador y haberlo hecho cuarenta días antes de asumir y varios meses que eso ingrese formalmente al Parlamento, me parece que es la demostración cabal que este gobierno quiere actuar pero quiere hacerlo con una gran transparencia, quiere hacerlo escuchando a todos, a los demás partidos, a los de la coalición, pero también al Frente Amplio y a la sociedad en su conjunto. Eso me parece algo absolutamente sano y saludable, sobre todo a la luz del tiempo que estamos clausurando. Asistimos a quince años de mayorías absolutas, regimentadas. Yo soy testigo de eso porque estuve en el Parlamento todo este tiempo, y por lo tanto, los proyectos llegaban al Parlamento atados por la interna del Frente Amplio, negociados en la Mesa Política y no había la más mínima posibilidad de incidir. Eso a mi juicio terminaba desnaturalizando la propia función del Parlamento que es esencialmente un ámbito de negociación, de transacción, de diálogo, de construcción política. Ahora el Parlamento retoma esa función democrática y lo hace a partir de esta realidad. Si todos actuamos con la madurez con la que está actuando el gobierno pero al mismo tiempo con el sentido de la responsabilidad, con la que está actuando el gobierno le esperan al país, horas de mucho progreso, de mucha prosperidad y de mucha consolidación institucional.

-(SU). ¿Cómo conjugar gobernar, ejercer el poder sin divorciarse de la gente?

-Pablo Abdala. Ese es un gran desafío que tienen todos los gobiernos siempre, porque el poder, y el ejercicio del gobierno llevan intrínsicamente el riesgo de perder distancia y de perder contacto con la gente y con la realidad. Advierto que el Presidente ha dado ya pruebas más que suficientes y la seguirá dando ahora en su condición de Presidente en ejercicio de la cercanía con la gente. Y me remito a un solo dato: él ha dicho públicamente que todas las semanas va a estar visitando distintos puntos del territorio nacional o del departamento de Montevideo y lo va a hacer sin previo aviso, pero va a estar entre la gente, y eso solo en la medida que se cumpla, y yo estoy seguro que se va a cumplir porque a estar altura Luis Lacalle Pou ha demostrado credenciales suficientes en ese sentido, ya implica una cercanía mucho mayor que la que nos quisieron transmitir los gobierno anteriores con los Consejos de Ministros abiertos en distintas localidades del interior que tenían un formato en donde aparentemente había cercanía con la ciudadanía pero que en los hechos cuando todos mirábamos por televisión lo que acontecía, nos dábamos cuenta que eran actos absolutamente organizados, preparados, y con un formato determinado. Lo de la cercanía era una cosa muy relativa. Este gobierno sí va a estar cerca de la gente porque va a tener un Presidente presente, porque va a tener un ministro del Interior, Jorge Larrañaga que ya ha demostrado la misma actitud de gobernar desde el terreno, más desde el terreno que desde la propia oficina, el propio Ministerio y estoy seguro que esa tónica también será la que caracterice al resto de los gobernantes. Y es fundamental que así sea, por lo que decíamos antes, para mitigar ese riesgo, que no este gobierno, que todos los gobiernos de cualquier signo siempre tienen a la hora de ejercer el poder.

-(SU). Fenómenos sobre eventuales denuncias de irregularidades o corrupción dentro del Partido Nacional, como por ejemplo el caso Moreira que está en discusión en este momento. ¿Cómo debe actuar el PN para dar señales claras de que está solucionando y buscando la mejor fórmula la afrontar estos temas?  

-Pablo Abdala. El PN ha hecho un gran esfuerzo en ese sentido. Se puede coincidir o no con las medidas concretas que en cada caso se adoptaron pero en ningún caso nosotros miramos para el costado ni intentamos disimular o disfrazar las cosas, en ninguno de los episodios que se han dado, que todos los partidos se dan situaciones polémicas de apartamientos mayores o menores a la ética o a la conducta de los gobernantes por las más diversas causas. La Comisión de Ética ha cumplido en el PN en ese sentido una función absolutamente insustituible. Todos en el PN y particularmente quienes somos directores estamos realmente agradecidos con la labor de la Comisión de Ética. Son cinco ciudadanos y ciudadanas que tienen trayectorias personales absolutamente honorables y han puesto todo su prestigio al servicio de este aspecto tan importante de la vida pública, que es el de la ética política, y desde ese punto de vista han ayudado mucho al Partido. Así vamos a seguir. El Partido Nacional ha tenido y esto tiene que ver con el nuevo gobierno, durante todos estos años estando en la oposición, ha cumplido el proceso de fortalecimiento institucional muy grande, en el cual le cupo una gran responsabilidad a Beatriz Argimón y a los directorios anteriores también, y a los que fuimos directores durante todo este tiempo. Porque el Partido Nacional en los últimos tiempos ha logrado tener una vida institucional propia, ha logrado relacionarse con el resto de la sociedad y con los demás partidos directamente sin depender de los líderes sectoriales del Partido que históricamente siempre hubo una gran dependencia del PN, de la actividad de los líderes. Ahora el PN tiene vida propia y yo creo que ahora más que nunca debe seguirla teniendo. Cuando Luis Lacalle Pou en su condición de Presidente electo nos visitó en los primeros días de diciembre una de las cosas que nos pidió fue precisamente esta, que el PN no decayera en cuanto a su funcionamiento, que no se diera lo que muchas veces sucede en estos casos y es que el gobierno termina fagocitando al Partido y que el Partido apoyara al gobierno del PN en un doble aspecto: defendiéndolo en todo lo que hay que defenderlo, va de suyo que nosotros compartimos la enorme mayoría de las medidas que se toman y las políticas que se implementan pero al mismo tiempo, cuando corresponda, formulando una crítica si corresponde, o empujando cuando en algún tema el gobierno se pone un poco perezoso. En eso el Partido va a seguir estando, porque además es un compromiso que tenemos entre todos los que lo integramos.

«Libertad electoral»

(SU). ¿Se debe seguir avanzando hacia listas paritarias?

-Pablo Abdala. Yo en eso tengo una posición muy particular y se que es muy polémica.

Yo no soy muy amigo de las cuotas en materia electoral.

En otros aspectos sí: trabajé mucho en la Ley de los Afrodescendientes, estoy de acuerdo que haya un cupo para los discapacitados en cuanto al ingreso a la administración. Pero en cuanto a la libertad electoral y en cuanto a las reglas electorales, yo no soy muy amigo de las cuotas, no voté la cuota que está vigente, y por lo tanto, tampoco acompañaría una fórmula de estas características, pero no a partir de una actitud de misoginia o de machismo político porque quienes me conocen saben que opino exactamente lo contrario, y reconozco el mérito de las mujeres allí en donde aparecen.

Tengo un enorme aprecio y reconocimiento personal y político con Beatriz Argimón, a quien conozco hace décadas y la he visto actuar como mujer política exitosa. Cito un ejemplo bien notorio, pero por suerte el PN tiene muchos de esos ejemplos y creo que en la sociedad, en realidad, las mujeres están avanzando mucho más de lo que nosotros nos imaginamos, en algunos rubros han superado largamente a los hombres, como por ejemplo en la docencia o en la magistratura. En materia política venimos algo más rezagados pero creo que eso en todo caso obedece a una cuestión que no es de hombres contra mujeres, sino que es de una realidad cultural de la sociedad, una cultura que construyen hombres y mujeres, no solo los hombres, y que va a ir cambiando y gradualmente va a ir cambiando y que creo que va a ir cambiando en la medida que más mujeres y mujeres exitosas se vuelquen a la actividad política como creo que en realidad está ocurriendo.

 

(SU). ¿Le llamó la atención las críticas que se suscitaron en función de la Oración Interreligiosa que se realizó al día siguiente de la asunción del Presidente Lacalle Pou?

-Pablo Abdala. No me llaman la atención porque no son nuevas. A mi lo que me sigue resultando muy curioso es como muchas personas que actúan en relación a los más diversos temas con una dosis de moderación importante a la hora de comentar u opinar, cuando aparece este tema de la laicidad parecen transformarse y adquieren un tono mucho más severo, mucho más condenatorio, y reaccionan de una forma que, por lo menos, resulta desproporcionada a lo que uno conoce de ellas. En verdad lo que el Presidente de la República hizo no solo es legítimo si no que hay que tomarlo como un hecho natural, porque quienes postulan que la laicidad en realidad implica o contiene como condición el más absoluto abstencionismo, se equivocan.

A la laicidad hay que asociarla con la neutralidad.

El Estado es neutral en términos de que no profesa religión, pero, eso no quiere decir que nos relacione con la religión y que no se relacione con todas las religiones.

Eso, no sólo es lícito, sino que además es bueno, es necesario, porque además es la interpretación que cabe, a mi juicio, del artículo 5 de la Constitución que entre otras cosas establece la exoneración de impuestos para todas las religiones. Esa es una señal que el constituyente da, en el sentido que el Estado no sostiene ninguna relación pero evidentemente facilita el fenómeno religioso o lo fomenta por la vía de exonerar impuestos, por ejemplo.

Lo que hizo el Presidente (participar en la Oración Interreligiosa) no sólo está bien, si no que además es bueno, es necesario, y hay que interpretarlo en ese contexto más allá que todas las interpretaciones son válidas, pero no podemos llegar al absurdo de sostener que el Presidente no pueda siquiera comunicar a través de los espacios de comunicación de la Presidencia que va a concurrir a un oficio religioso, porque en todo caso eso implicaría, poco menos que exigir que el Presidente hiciera eso clandestinamente o en secreto. Me parece que realmente el argumento cae por su propio peso porque es un argumento absurdo.