El título del relato de Luis Alzamendi es “La Médium” y le invitamos a leerlo.

A muchos les había dado resultado y pensó que a ella también le podría resultar beneficioso. Esa mañana parecía que iba a ser como una de las tantas, pero no era así, se había levantado decidida a buscar información, ella quería ser una médium. Recorriendo librerías, buscaba algún material que se hubiera puesto a la venta y que tratara sobre ese tema. Afanada por información eligió también otra opción, tratar de localizar a personas que estuvieran vinculadas con ésta práctica o directamente fueran practicantes de la misma. Su insistencia fue tal que logró los contactos deseados y después de un cierto tiempo, logró su objetivo, llegó a ser una médium. Su reputación crecía paulatinamente y la gente iba tomando conocimiento de la labor que ella realizaba, su fama se extendía de persona a persona entre la comunidad. La relación entre los que practicaban ésta ciencia oculta se fue solidificando, pero la relación entre sus antiguas amistades se estaba deteriorando así como la convivencia con su familia, estaba desconocida, ya no era la misma. Su personalidad había sufrido un cambio tan grande que hacía que las personas que antes la rodeaban ya no pudieran estar a su lado. ¿Qué era lo que estaba pasando con ella? Pese a todo, hubo alguien que viendo lo que estaba sucediendo con ella, se le acercó para decirle el motivo que hacía que ella no fuera la misma de antes, diciéndole que tenía que dejar esa práctica y buscar a Dios. Ella molesta, se negó a seguir hablando, diciendo que no quería saber nada de Dios, que ella estaba bien con lo que hacía y que había logrado mucho desde que era una médium. Tiempo después ella se suicida, en su funeral decían que nunca habían visto una cara de odio, como la que tenía ella estando muerta. “Cuando los caminos del hombre son agradable a Dios, aún a sus enemigos hace estar en paz con ÉL».